Mark Frost es un conocido escritor y guionista norteamericano (entre sus guiones destaca la serie "Canción Triste de Hill Street") y eso se nota en la novela que está claramente trazada para convertirse en película. No está mal escrita, pero huele a laboratorio, medida en extensión, ajustada perfectamente en veinte capítulos, con los ingredientes precisos para atraparte. En definitiva, tramposa pero entretenida y también perfectamente olvidable. El escritor usa la burda trampa de proponer como protagonista a Arthur Conan Doyle, al que mete en una historia que adorna con toques de brujería, cultos antiguos y algo de ciencia. A Conan Doyle le acompaña Jack Sparks, un personaje que progresivamente va adquiriendo características que le acercan mucho a nuestro querido Sherlock Holmes. Al principio no molesta, pero el paralelismo entre Holmes y Moriarty y algunos pasajes que parecen basados en aventuras del detective acompañado por su Watson, que no es otro que el escritor, una...