A veces vale la pena tomarse unos días para reflexionar sobre un libro antes de escribir sobre él. Examinar que poso ha dejado, ver la historia desde otro "prisma" que no sea el del arrebato de la lectura desbocada, Entonces, se suelen ver las cosas de otra manera. Eso es lo que me ha pasado con este primer libro de la saga "El Portador de la luz" (ya van por cinco) al que llegué después de leer muchas alabanzas, algunas de ellas haciendo hincapié en su originalidad, en lo innovador de su argumento, especialmente en cuanto a la magia empleada basada en la "luxina" y en los colores. Seguramente es que, como soy daltónico, el tema de los colores no me acaba de resultar atractivo, probablemente he leído demasiada literatura fantástica para que consigan sorprenderme y sin duda, mi afilado bisturí escéptico también intervienen en mis reflexiones, pero, sintiéndolo mucho, no me ha convencido. El autor ha querido hacer un híbrido de "Dune", "L...