Un día sagrado transformado sólo en un vertedero donde llenar la despensa de regalos y objetos inútiles e innecesarios. El nombre es sólo una inventiva, no significa nada más que una operación financiera. Una muestra más de ostentación de esta sociedad absurda y desproporcionada. Una demostración de que nuestro mundo es un engaño. Los poderosos se sienten generosos y nos dejan comprar a un precio más ajustado. En realidad reconocen que nos están timando con sus precios habituales. Y nosotros, imbéciles denodados, nos dejamos arrastrar por la marea, llenamos mercados y comercios y compramos desaforados. Antes, cuando no existía la globalización, cuando las tribus mantenían sus costumbres, no se prestaba atención a estos ritos de abandonados por los dioses, no se interrumpían los ritmos circadianos, se valoraban más los ciclos lunares, los solsticios y equinoccios, los días verdaderamente señalados. Algunos dedicados a dioses totalmente paganos pero, al fin y al cabo, merecedores de