Raramente los clásicos decepcionan, si acaso son más difíciles de leer que la literatura ligera que a menudo frecuento. La acción no suele ser acelerada, las cosas se desarrollan lentamente y suelen contener datos que invitan a la reflexión.
"Ahora bien, señor; la miseria sí que es un vicio. En la pobreza, uno conserva la nobleza de sus sentimientos innatos; en la indigencia, nadie puede conservar nada noble."
De esta obra tengo recuerdos de infancia, cuando hicieron en televisión una versión de quince episodios en el programa "Novela". Mi memoria es confusa porque la recordaba protagonizada por Julián Mateos (eso fue en un Estudio 1) y, en la versión en capítulos, el personaje principal lo encarnaba el excelente José Luis Pellicena. También recordaba a la inquietante Lola Gaos en el papel de la usurera Ivanovna. Recuerdo que me produjo inquietud y a la vez me obsesionaba, especialmente la escena del asesinato a hachazos. He vuelto a ver algunos capítulos y me ha llamado la atención la fidelidad a la obra original, la excelente ambientación, el empleo de la banda sonora para resaltar el dramatismo de los momentos culminantes, lo bien ejecutados que están los diálogos y el empleo de silencios y pausas. Cualquiera que tenga curiosidad, puede verla en el archivo de RTVE.
"Yo soy un hombre, y lo soy precisamente porque me equivoco. Nadie llega a una verdad sin haberse equivocado catorce veces o ciento catorce, y esto es, acaso un honor para el género humano. Pero no sabemos ser originales ni siquiera para equivocarnos."
La novela ¿qué puedo decir de la novela que no se haya dicho antes? El análisis psicológico de los personajes, la habilidad del autor para hacerte sentir el frío, la miseria, los olores de la calle, los diálogos entre los personajes, la ácida y aguda crítica a la sociedad rusa de la época, los comentarios sobre las nuevas corrientes de pensamiento representadas por los personajes y, sobre todo, los pensamientos del protagonista, su locura inducida por su idealismo, por su complejo de superioridad que le lleva a tomar todas sus decisiones equivocadas y sus remordimientos, su caída final del caballo que el autor adorna finalmente con final algo esperanzador.
"Pero aquí empieza otra historia, la de la lenta renovación de un hombre, la de su regeneración progresiva, su paso gradual de un mundo a otro y su conocimiento escalonado de una realidad totalmente ignorada. En todo esto habría materia para una nueva narración, pero la nuestra ha terminado."
El argumento es bien conocido, un estudiante que malvive en San Petersburgo planea el asesinato de una usurera, lo planifica solo teóricamente en su mente como un acto de justicia, como un acto de superioridad que no merece de juicio ni sentencia, pero todo ello le trastorna y le lleva a cometer el crimen. En realidad es un individuo lleno de expectativas que se transforma en un amargado y que considera su situación injusta, pero es incapaz de salir de ella.
"... lo que le seducía era la idea de que los hombres de genio no temen cometer un crimen inicial, sino que se lanzan a ello resueltamente y sin pensarlo."
Después se ve acosado por las circunstancias y con su comportamiento despierta sospechas, pero no hay ninguna prueba.
"Me someto a la ética, pero no comprendo en modo alguno por qué es más glorioso bombardear una ciudad sitiada que asesinar a alguien a hachazos. El respeto a la ética es el primer signo de impotencia. Jamás he estado tan convencido de llo como ahora. No puedo comprender, y cada vez lo comprendo menos, cuál es mi crimen."
El escritor describe con precisión un cuadro clínico bastante característico de psicosis maníaco-depresiva y consigue trasladar con precisión al lector los vericuetos mentales del protagonista, el sufrimiento e intento de ayuda de sus amigos y familiares.
"... pero vivir simplemente no le había satisfecho jamás: siempre había querido algo más. Tal vez la violencia de sus deseos le había hecho creer tiempo atrás que era uno de esos hombres que tienen más derechos que el tipo común de los mortales."
Finalmente, no encuentra salida a los callejones a que todo ello le lleva y confiesa.
"En cambio, yo no supe llevar a término mi plan... y, en verdad, esto demuestra que no tenía derecho a intentar ponerlo en práctica."
El autor describe los delirios de Raskolnikov en los que introduce elementos que, a la vista de la historia, parecen vaticinios que luego se han hecho reales.
"Creyó ver el mundo entero asolado por una epidemia espantosa y sin precedentes, que se había declarado en el fondo de Asia y se había abatido sobre Europa."
En definitiva, está claro porqué se la considera obra maestra.
Benigno F.
PD: Yo no me he entretenido (como otros) en contar el número de libros que he leído, prefiero contar cosas sobre lo que leo. Que tengan feliz año 2026.
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