Yo si sé lo que estaba pensando el escritor cuando dio a luz a este engendro: "Me voy a forrar". Empecemos por el final: El autor agradece especialmente a su agente por ser "la mejor y más brillante del mundo" y a su editor por "ser fuente constante de buenas ideas, cuya orientación inspirada e inspiradora lo mejoró todo, a quién se le ocurrió el título perfecto y quién tuvo el valor .... bla, bla, bla." ¡Hombre! Haber empezado por eso el libro y no al final. Así sabemos que no hay que comprarlo que es una de esas obras escritas por encargo, siguiendo las directrices manipuladoras de los editores, perfectamente preparadas por una estrategia de mercado. Para postre el autor se confiesa como director creativo de varias agencias publicitarias y amenaza con una ¡Adivina, adivinanza! ¡Eso! ¡Trilogíaaaaaa!!!. Es como si un aficionado a las leyes se dedicara a la abogacía. Sería un espanto, ni idea de los artículos y las leyes aplicables, pero eso sí, mucha...