No había leído nunca nada de José Saramago, hay quienes lo recomiendan muy seriamente, mientras otros se encogen de hombros, dicen que sí, que escribe bien, pero que abusa de las florituras (que escribe demasiadas palabras para pocas cosas) como esos porteros que hacen estiradas espléndidas a balones facilitos y que de críos llamábamos "palomiteros". Así que tenía curiosidad y un poco de prevención ya que los escritores excesivos me suelen poner nervioso y rápidamente salto párrafos y finalmente bostezo. Este novela no se ha prestado a ello en exceso. Mucho sueño no da, más bien todo lo contrario, toda la narración está repleta de tensión, de taquicardia, de miedo y de ceguera. La atmósfera se va haciendo progresivamente agobiante, en algunos momentos recrea magníficamente el ambiente de "La carretera" de Cormac McCarthy, tanto que por un momento he pensado que alguno de los dos se ha copiado (Obviamente debe haber sido éste último por cuestión de fechas). Par...