"Si no puedes ser amigo de ti mismo, ¿Cómo podrías ser amigo de otros?"
Hemos sido consultados recientemente por una amiga sobre la amistad. Nos pregunta si la frustración sentimental o erótica puede devenir en eso, en amistad fraternal. Nos hemos mirado preocupados y hemos decidido aplicar el teorema de James, un conocido filósofo y filántropo cántabro que dice:
1. ¿Es fluido?... Porque si no es fluido no vale la pena.
2. ¿Qué te aporta?... Porque si no aporta nada aplíquese la regla primera.
Ha luchado denodadamente para defender la primera respuesta. Pero ha replegado rápidamente las alas en la segunda, se ha roto claramente por el plano sagital. Se ha visto obligada a reconocer que... nada, que es una relación asimétrica que solo hay entrega generosa por un lado pero que no le importa, que recordar un minuto vale la pena. Luego, se ha mirado repetidamente las puntas de los zapatos, ha estrujado los papeles en las manos, se ha buscado algo entre los bolsillos y al levantar los ojos le hemos visto esas características ojeras, la palidez en los labios y las marcas colmilleras. Un caso clásico de vampirismo, de simple entrega ciega y nocturna. No puede llamar porque nunca está, no puede contar intimidades porque se aprovechan de ella, no puede incomodar y cuando lo hace no obtiene respuesta. Cada vez duerme menos y no soporta la luz diurna, a este paso pronto dormirá en una sepultura.
Como consuelo y tratamiento le hemos regalado ese minimalista libro de Matteo Ricci lleno de aforismos que le recomendó a Benigno una dependienta. Un ejemplar al que nosotros recurríamos antes de aprender los silogismos de James para valorar la intensidad fraternal. Ábrase por cualquier página de sentencias una o dos veces por semana. Leánse al azar media docena de ellas. Poco a poco la sabiduría irá alejando la tormenta.
Ella ha leido solo un par de ellas y se ha dado la vuelta, envarada, con los miembros superiores tiesos a lo largo del tronco y las caderas. Iba caminando como un autómata. Le hemos gritado que: "Los amigos aduladores no son amigos, sino ladrones: roban y usurpan el nombre." Ha contestado con un leve asentimiento y un sacudir de hombros, algo espasmódico. Benigno dice que iba llorando. A mí me sorprende porque siempre he pensado que era dura como el cristal al que solo raya un diamante. Ha abierto un armario, ha vaciado los libros, ha dicho que ya era hora que volvieran a casa, y ha roto una bolsa en mil pedazos. Al llegar a casa dice que ha confeccionado un nuevo orden en la biblioteca.
Sigan leyendo amigos, sigan criticando y opinando aunque les apunten (e incluso les disparen) con metralletas. Pensar diferente, decir que algo no nos gusta, no es pecado.
Eutiquio Sobrado.
PD: Benigno dice que el libro no es puntuable, que está fuera de parámetros, que a veces cura y a veces hace daño.
Comentarios
Publicar un comentario