Estoy totalmente en contra de los correctores automáticos, y los teclados predictivos. De esas palabras que surgen mágicamente cuando uno apenas insinúa unas letras en un teclado. Y es que esos pequeños monstruitos alojados en el teléfono conducen a numerosos equívocos, ahondan la fisura de la no cultura y no permiten el desarrollo de la inteligencia e incluso conducen a la atrofia de algunas regiones del cuerpo. Por ejemplo, nadie busca sinónimos para no repetir la misma palabra constantemente o se utilizan abreviaturas inservibles fonéticamente. Incluso esos artefactos se permiten memorizar palabras inexistentes sólo porque por falta de pericia las has escrito varias veces.
Por ejemplo, he escrito sin fijarme un texto y me salido lo siguiente: "Siquiera contrae palabras adecuadas para irte y te hiero". Cuando mi intención era escribir: "Quisiera encontrar las palabras adecuadas para decirte que te quiero". O durante aquel chateo interminable cuando impaciente por no recibir respuesta escribes: "¿Te has ido a algún sitio que no contestas?" y recibes "No estoy en casa" en lugar de "No, estoy en casa" y eso da un giro total a la conversación.
Y es que ahora escribimos de forma totalmente impersonal y automatizada, no sólo ayudados de un teclado (como antiguamente con las máquinas de escribir), sino acompañados de ayudantes invisibles que interpretan automáticamente (y tergiversan) lo que pensamos. Nos olvidamos de las vocales y de algunas consonantes e inventamos un neotexto. Se crean diccionarios paralelos y al final esos "palabros" se transforman en lenguaje y todo el mundo piensa que son correctos. Fijaros en la de veces que se dice hoy en día: "Vamos con la calma", por ejemplo, utilizando un artículo inservible. Porque nadie dice "Vamos con la tranquilidad".
Y nuestros jóvenes ganan tamaño en el córtex encargado de los pulgares y poco a poco se va reduciendo el tamaño del de las manos y pronto el resto de dedos serán inservibles y dejaremos de tocarnos y por ende de acariciarnos. Y nos olvidamos de que eso nos despersonaliza, de que un rasgo distintivo son los trazos sobre el papel y que es todo un arte hacerlo bien, sobre todo para comunicarse algún sentimiento. Y desaparecen ciencias tan interesantes (e inservibles como la grafología). Y se mide la inteligencia de los niños por la facilidad con la que usan la Tablet en lugar de la precocidad en la lectura o la escritura.
Pero yo, irreductible, acabo de pasar a manuscrito todas las notas que he tomado estos años, y veo que abultan un volumen considerable y entre ellas he escrito una carta que he metido en un sobre sin remite, ni timbrado, en el que he escrito solo un nombre que mi corrector se ha empeñado en aprender para sugerir cuando apunto o busco el de cualquier nuevo contacto.
Benigno F.
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