Esto en realidad no es una novela, es un relato corto, se lee en un rato. Yo lo he hecho sentado una mañana en casa de mi madre. La presentación de Editorial Periférica es excelente, igual el precio de ocho euros es un poco exagerado para las poco más de cuarenta páginas que contiene.
La historia es, aparentemente, muy sencilla, una ballena blanca aparece varada en la orilla de una playa cercana a un pequeño pueblo costero, allí haraganean algunos (des)afortunados, escondidos de la guerra. El estilo narrativo es muy bueno, apenas pasa nada mientras se despierta la curiosidad de los protagonistas que, inicialmente, no parecen hacer caso al acontecimiento. Luego, a regañadientes, se van acercando a ese cadáver y a todo lo que representa, todo lo que tienen escondido, apartado de sus vidas, en suspenso, alejado para que no les llegue el aroma putrefacto de la realidad. Todo ello, nos lo muestra, de la mano, el autor, sin estridencias, con la calma chicha cotidiana, incluso se transparenta el aburrimiento, tras el que se esconde una inquietud inmensa.
Probablemente no sea la mejor lectura para un día gris y frío, para esta época tan repleta de incertidumbre, pero hay que rendirse a la maestría del autor, que coloca cada palabra en su sitio para llegarnos hondo, para incluso inquietarnos, sin relatar nada escabroso, por haber cerrado los ojos o haber vuelto la espalda a alguna de aquellas cosas o acontecimientos que nos incomodan y de los que nos escondemos alejándonos.
Benigno F.
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