¡Qué buen rollito hay en la calle con esto de las elecciones! Abrazos, miradas esperanzadas al infinito, amplias sonrisas. Todos preparados con el perro para atarlo con longanizas, para darse fraternalmente la paz. ¡Cómo mola! ¡Cada vez queda menos para Shangri-La! Y seremos felices y todos seremos hermanos.
Pero si el buen rollo es tan magnífico, ¿Por qué la gente te pregunta qué vas a votar? o te dice a quién hacerlo. A mí nunca me lo había preguntado nadie, ni siquiera mi padre. Evidentemente si no contestas parece que has declarado tu ideología (debes ser uno de esos pocos malvados, casposos y retrógrados que deben ser arrinconados). Te miran de arriba abajo como sorprendidos, incluso algunos que supuestamente te aprecian y con los que nunca habías hablado de política te largan un mitin, intentan corregirte porque te aprecian, te compadecen por tu "falta de valor" (Vamos te llaman cobarde con cariño).
Todo esto lo digo porque ayer, después de más de treinta años, oí discutir por primera vez a unos amigos que habían bebido unas copas y en vez de hablar de sus familias, de lo guapas que eran esas mujeres inalcanzables al fondo de la barra, del último disco de "zutano", de estar vivos, de... , se enzarzaron. Y pensé que es una lástima que una discrepancia en opinión política prevalezca sobre el cariño a las personas y haga olvidar millones de puntos de encuentro, de horas de confidencias, de alegrias, tristezas y momentos que ya no serán inolvidables. Luego un abrazo que a ambos les ha sonado a falso, girando talones se iban cabizbajos.
Sí. Si ya sé que todo son buenas intenciones, que después no va a pasar nada, que seguiremos todos tan amigos. Que dentro de unos años el otro reconocerá que estaba equivocado (esto me sorprende porque nadie considera que pueda ser al revés). Que no, que no se pregunta para saber de que bando estás, que si discrepas no formas parte de ninguna lista de apestados (que no hay acritud ni rencor). Pero, debe ser mi carácter gallego y por eso me preocupa muy seriamente que en el futuro me gobiernen unos individuos que saben perfectamente a quién he votado.
Seguimos igual que de chiquillos, no hemos aprendido nada. Sólo te dan dos alternativas. No se puede ser imparcial. Hay que escoger obligado.
¡Gris, gris, gris! Los pensamientos son grises y las convicciones siempre blanco o blanco. Pero Shangri-La sigue escondido a los mortales ojos y al paraíso sólo llegan unos pocos iniciados.
Benigno F.
PD: Me dice Eutiquio que el otro día mientras oficiaba de ministro en una boda, hubo un parlamento en el que alguien dijo eso de "Ya sabéis qué tenéis que votar el domingo". Dijo "qué" no "a quién". Debe ser eso. No se vota a nadie, sólo una idea... Una idea gris como cualquier otra.
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