"El deseo es un drama existencial que se juega a tres bandas"
René Girard
Me abordan por la calle y me encuestan sobre el amor. ¿Cuales son las diferencias entre amar, estar enamorado, hacer el amor? Está claro que quién me lo pregunta está enamorado, cree que ama y anhela ser amado. Es probable que todavía no haya entendido que es una simple cuestión de excitación glándular, de hormonas y también de neurotransmisores, que luego todo se pasa, que existe la ley de la retroalimentación. Algo vulgar, fácilmente interpretable desde la perspectiva de la fisiología, no tanto desde el de la filosofía.
¿Y el corazón, interviene? (me pregunta). El corazón sólo es un órgano poético que sirve para rimar, para intentar latir en consonancia con otro órgano impar. ¡Ah! pero cuando ese ritmo se desgrana, que bien suenan esos dos tambores al retumbar, pero qué difícil es mantener de forma perpetua el mismo orden al tocar. Porque cuando son disparejos, cuando la arritmia inunda el silencio, que desagradable puede resultar.
Para amar estamos predestinados por nuestros genes, por el destino, por el flujo de la vida. Hay algo instintivo en todo ello que no sabemos interpretar. Lo que sucede es que a veces es difícil encontrarse en tiempo y lugar adecuados, que lleva más tiempo entre desconocidos que no comparten material hereditario, entre los que sólo hay un entendimiento intuitivo y espontáneo.
Para enamorarnos suele bastar con la mente, sólo con pensar e imaginar. Eso suele deformar la realidad, conlleva suplicio y a veces sacrificio. Enamorarse nubla la vista, hace perder los sentidos y el sueño, produce un éxtasis a menudo infausto e irrazonable. Pero hace flotar a las personas, levitan, pierden peso, se vuelven ligeros y exhiben sonrisa beatífica. El enamoramiento compartido es un gas noble que puede cambiar las voces, hacer volar los globos pero también puede congelar o ser inflamable. A los enamorados les disminuye su inmunidad natural, son más susceptibles a algunos pesares contagiosos e incrementan los niveles de creatividad.
¿Que diferencia hay entre hacer el amor y follar? Sólo de edad. Un buen número de jóvenes quieren hacer el amor, buscan la sublimación de su instinto maternal/paternal, la perpetuación dentro de la humanidad. Los que han sido madres/padres muchas veces olvidan el placer, se acostumbran a no ser deseados y les basta con el amor fraternal y un vaciado de glándulas ocasional. Otros persisten toda su vida en su instinto de conquista del contrario. Los abrazan con sus piernas y los estrujan, primero suave con leves ligaduras de seda, y poco a poco aprietan más fuerte, sin darse cuenta, y el placer se puede tornar tortura, siempre pidiendo más, siempre buscando aquel sitio elevado al que no volverán a llegar. Todos ellos sólo quieren follar.
¿Y los enamorados Eutiquio, amamos o follamos? Los hombres (y las mujeres) como tú, enamorados, son incapaces de distinguir entre amor, el deseo, hacer el amor y follar. Se conforman con todo e incluso con nada. Se dan de forma generosa, son capaces hasta de de dejarse matar. Pero no entienden porqué. Por eso no paran, como tú, de preguntar. Dentro de las malformaciones y enfermedades sentimentales, enamorarse es la más generosa y a la vez la que puede ser más mortal. Enamorarse, amar, desear y ser desead@ seguro que es el más sabroso y caótico de todos los pecados mortales...Es posible que para vivir, para sentirse, para no morir en vida, haya que persistir en ese pecado. Así que, lo mejor es que dejes las reglas fisiológicas para los científicos bizcos, y las dudas para los filósofos y eremitas como yo.
Eutiquio Sobrado
Comentarios
Publicar un comentario