Insisto con este autor que escribe con seudónimo. Esta es la segunda entrega de la saga del Dr. Quirke y por lo que se ve de su familia, porque nuevamente se ve involucrada en la trama. Nuevamente un título con nombre de mujer, esto parece un capricho de los editores o del traductor, porque el original es: "The silver swan". Sinceramente, mucho más original, sugerente y bastante bien relacionado con el relato.
Por suerte, nuestro doctor ha dejado de beber, y se ve envuelto en una historia aparentemente enrevesada pero cuya solución es obvia desde el principio, pero el autor le da muy bien las vueltas. Las plantea como idas y venidas, siempre bajo la perspectiva del narrador, pero con diferentes actores como protagonistas e incluso diferentes hilos temporales. En muchos momentos resulta más interesante la historia de los personajes que incluso la detectivesca. Me atrevo a decir que nuestro doctor no aparece más que como excusa para continuar la saga. En realidad es un personaje secundario más en torno a la historia de la persona muerta y sus allegados.
Benjamin Black se luce extraordinariamente en la descripción de los ambientes y en las sensaciones. Quizás exagera algo la descripción de algunos detalles, pero no abusa de lo superfluo, todo está perfectamente colocado y ordenado. No hay acción vertiginosa, no hay peleas, ni persecuciones. Probablemente engancha más la historia de los actuantes que el misterio inherente a ella.
Lo mejor: La técnica narrativa del autor. La solidez de la trama. Todos los personajes son coherentes en sus modos y actuación. Ahora ya puedo regalarlo.
Lo peor: Que esto sea una saga. Los personajes principales que aparecerán de modo continuado en las historias futuras se encajan en la historia y a veces no parecen protagonistas naturales de ella.
Una frase: "Y sin embargo, ¿qué era lo que hacía con su tiempo? temía haberse convertido en un sonámbulo, en uno de esos solitarios que con la caida de la noche recorrían las calles de la ciudad pegados a las paredes, o se plantaban a la entrada de las tiendas, o se pasaban las horas sentados en el coche con el motor en marcha, tipos desdibujados, sin rostro, entrevistos sólo con el destello de una cerilla o la luz del salpicadero, lamiéndose las heridas o cuidando sus oscuras penas."
Puntuación: 7/10
Benigno Fontes.
Por suerte, nuestro doctor ha dejado de beber, y se ve envuelto en una historia aparentemente enrevesada pero cuya solución es obvia desde el principio, pero el autor le da muy bien las vueltas. Las plantea como idas y venidas, siempre bajo la perspectiva del narrador, pero con diferentes actores como protagonistas e incluso diferentes hilos temporales. En muchos momentos resulta más interesante la historia de los personajes que incluso la detectivesca. Me atrevo a decir que nuestro doctor no aparece más que como excusa para continuar la saga. En realidad es un personaje secundario más en torno a la historia de la persona muerta y sus allegados.
Benjamin Black se luce extraordinariamente en la descripción de los ambientes y en las sensaciones. Quizás exagera algo la descripción de algunos detalles, pero no abusa de lo superfluo, todo está perfectamente colocado y ordenado. No hay acción vertiginosa, no hay peleas, ni persecuciones. Probablemente engancha más la historia de los actuantes que el misterio inherente a ella.
Lo mejor: La técnica narrativa del autor. La solidez de la trama. Todos los personajes son coherentes en sus modos y actuación. Ahora ya puedo regalarlo.
Lo peor: Que esto sea una saga. Los personajes principales que aparecerán de modo continuado en las historias futuras se encajan en la historia y a veces no parecen protagonistas naturales de ella.
Una frase: "Y sin embargo, ¿qué era lo que hacía con su tiempo? temía haberse convertido en un sonámbulo, en uno de esos solitarios que con la caida de la noche recorrían las calles de la ciudad pegados a las paredes, o se plantaban a la entrada de las tiendas, o se pasaban las horas sentados en el coche con el motor en marcha, tipos desdibujados, sin rostro, entrevistos sólo con el destello de una cerilla o la luz del salpicadero, lamiéndose las heridas o cuidando sus oscuras penas."
Puntuación: 7/10
Benigno Fontes.
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