A veces sólo hay que dar una nueva oportunidad, no siempre se acierta a la primera, hay que ir probando hasta que al final se consiguen buenos resultados. No siempre te aciertan en la tecla correcta. Es la sensación que tengo al acabar esta segunda entrega de los "caballos lentos" protagonizada por el desastrado Jackson Lamb y sus desterrados del MI5.
La primera novela me aburrió, demasiados detalles descriptivos para una novela de este género, aunque los personajes y la historia tenían su interés. Debe ser que el autor leyó mi comentario (o el de otros) y en esta continuación no son los personajes sino la historia, que me veo obligado a calificar como original, la que predomina.
Tiene gracia que al desaparecer los abundantes datos introductorios sobre los personajes, éstos ganen en fuerza escénica. Especialmente destacable es el jefe de esos espías condenados al ostracismo por sus errores, Jackson Lamb, que me acabo de enterar que es personificado en una serie de Apple TV por nada menos que Gary Oldman. Por suerte no lo sabía y eso no ha afectado en nada a mi imagen mental de ese espía socarrón, deslenguado, jefe maltratador y grosero, al que uno acaba cogiendo cariño porque resulta inteligente.
El resto de los miembros de la Casa de la Ciénaga también crecen favorablemente en esta novela. Todo ello contribuye a que aumenten mis ganas de leer más historias de este escritor al que, en su examen de recuperación, he decidido ponerle un notable. Así que puede pasar de curso con mis bendiciones, pendiente de nuevos y más exigentes exámenes. Sigue sin tener la categoría de Le Carré, sigue perdiendo demasiado tiempo en las descripciones muy detalladas de los escenarios, pero ha emprendido un camino propio que me parece prometedor e interesante.
Benigno F.
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