Aquí seguimos con la lectura de toda la serie dedicada a la familia de detectives Hernández y, al contrario de lo que sucede en otras sagas detectivescas, ésta mantiene la calidad de las previas e incluso la supera. El lector que haya leído las anteriores entregas no se aburre en absoluto con lo conocido y el neófito puede leerla sin tener datos de las previas y seguramente se quedará con ganas de conocerlas.
¿Cuál es el secreto? La habilidad de la escritora para mantener con pulso firme el interés de las historias personales de todos los miembros de la agencia, sus familiares e incluso de los personajes secundarios y sumergir todo ello en la trama detectivesca.
El argumento transcurre unos años después de la anterior entrega. Han pasado muchas cosas: una pérdida, una pandemia, el cierre de la agencia. Cada uno va por su lado, pero los misteriosos hilos familiares mantienen una unión que parece imposible vistos todos sus problemas, que se entrecruza de forma excelente con la trama investigadora dotada de gotas adecuadas de suspense, va creciendo progresivamente en la escena y tiene una resolución magnífica.
¿Se puede pedir más? Sí, que haya otra novela y por suerte, la hay. Dentro de poco me pongo a escribir sobre ella.
Benigno F.
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