Reconozco que no puedo ser imparcial, cuando se nombra a Portugal, a Pessoa, la "saudade", se me va la cabeza y me siento indulgente, pero es que la prosa de este escritor tan conocedor y admirador de lo latino tiende puntos de encuentro entre las personas y las nacionalidades. Abre paraísos aventureros para niños y ancianos y me pone tierno. ¿Qué le vamos a hacer?
Todo lo que he leído de Tabucchi me ha gustado porque reúne muchas cualidades: la brevedad, la prosa íntima, la sensibilidad a flor de piel, la nostalgia y muchos lugares que nos son comunes. Y aunque muchos pensarán que todo ello está cercano a la pena, a la depresión, que nada tiene que ver con la supuesta felicidad que nos venden los medios y los voceros, la lectura de Tabucchi produce bienestar, aceptación y sonrisa beatífica. Conforma y conforta. ¿Se puede pedir algo más?
Este es un libro de relatos y por lo tanto irregular. Algunos son mejores que otros, faltan puntos en común para un hilo argumental unificado, pero pese a ello forman un conjunto de diminutas y bellas historias que tratadas de engrandecer quizás quedaran toscas y algo deformes.
La que abre la recopilación: "El juego del revés" parace una historia relatada en paralelo a la de "Sostiene Pereira". La ensoñación del personaje principal se topa de pronto con la realidad de la vida, por suerte a él le da lo mismo. Una buena lección y algunas buenas frases para una de las mejores historias cortas que he leído y que seguro que el autor tuvo en mente para un más amplio desarrollo que nunca fue cumplido.
"... para matar a alguien no siempre hace falta darle muerte, a veces basta un gesto. Qué va dijo él, el duelo entre el hombre y el toro tiene que ser mortal, pues si no sería una pantomima ridícula. Pero todas las ceremonias son una estilización, objeté, ésta mantiene sólo el envoltorio, el gesto, me parece más noble, más abstracta."
El gran repertorio del autor continúa con "Carta desde Casablanca" una demostración de que no va a haber continuidad con los territorios explorados en el primer relato. Crudo y emocionante.
"Teatro" nos transporta al África colonial manteniendo como continuidad únicamente el trasfondo nostálgico que se eleva a una nueva potencia en "Las tardes del sábado" lleno de la tristeza infantil y al mismo tiempo de su candor e ilusión por alcanzar la edad adulta en la que resulta ser una historia de espíritus y fantasmas muy especial.
"El pequeño Gatsby" es un breve y sentido homenaje a Scott Fitgerald. "Dolores Ibarruri llora lágrimas amargas" deja vislumbrar la tragedia del entorno de los que pretenden ser héroes en una historia que si le cambiamos los protagonistas por unos actuales nos dejaría pasamados. "Paraíso celeste" tiene protagonista femenino y puesto en su piel y vestidos, nuevamente Tabucchi desgrana una minihistoria suave como la seda en el forro pero áspera en la superficie vital. En "Voces" grita la soledad, grita por teléfono y en los huecos de las casas.
Completan el libro como si fueran de relleno "Dos relatos sin domicilio fijo" y "Un cuento recuperado", a simple vista parece que sean sólo para engordar el número de páginas, pero esa impresión se desmorona ya en "El gato de Chesire" con ese individuo encerrado en el tren, ansioso por un reencuentro y se confirma en "Vagabundeo" un pequeño homenaje a esos locos artistas que nos hacen a veces ver el mundo del revés desde su genial falta de cordura. Finalmente "Fuegos artificiales" juguetea con nosotros igual que en el relato que da título al libro y nos vuelve a mostrar ese "juego del revés" que acaba con un bonito castillo pirotécnico que al fin y al cabo es lo que es este libro una pirueta artística que vale la pena leer de vez en cuando.
Benigno F.
Todo lo que he leído de Tabucchi me ha gustado porque reúne muchas cualidades: la brevedad, la prosa íntima, la sensibilidad a flor de piel, la nostalgia y muchos lugares que nos son comunes. Y aunque muchos pensarán que todo ello está cercano a la pena, a la depresión, que nada tiene que ver con la supuesta felicidad que nos venden los medios y los voceros, la lectura de Tabucchi produce bienestar, aceptación y sonrisa beatífica. Conforma y conforta. ¿Se puede pedir algo más?
Este es un libro de relatos y por lo tanto irregular. Algunos son mejores que otros, faltan puntos en común para un hilo argumental unificado, pero pese a ello forman un conjunto de diminutas y bellas historias que tratadas de engrandecer quizás quedaran toscas y algo deformes.
La que abre la recopilación: "El juego del revés" parace una historia relatada en paralelo a la de "Sostiene Pereira". La ensoñación del personaje principal se topa de pronto con la realidad de la vida, por suerte a él le da lo mismo. Una buena lección y algunas buenas frases para una de las mejores historias cortas que he leído y que seguro que el autor tuvo en mente para un más amplio desarrollo que nunca fue cumplido.
"... para matar a alguien no siempre hace falta darle muerte, a veces basta un gesto. Qué va dijo él, el duelo entre el hombre y el toro tiene que ser mortal, pues si no sería una pantomima ridícula. Pero todas las ceremonias son una estilización, objeté, ésta mantiene sólo el envoltorio, el gesto, me parece más noble, más abstracta."
El gran repertorio del autor continúa con "Carta desde Casablanca" una demostración de que no va a haber continuidad con los territorios explorados en el primer relato. Crudo y emocionante.
"Teatro" nos transporta al África colonial manteniendo como continuidad únicamente el trasfondo nostálgico que se eleva a una nueva potencia en "Las tardes del sábado" lleno de la tristeza infantil y al mismo tiempo de su candor e ilusión por alcanzar la edad adulta en la que resulta ser una historia de espíritus y fantasmas muy especial.
"El pequeño Gatsby" es un breve y sentido homenaje a Scott Fitgerald. "Dolores Ibarruri llora lágrimas amargas" deja vislumbrar la tragedia del entorno de los que pretenden ser héroes en una historia que si le cambiamos los protagonistas por unos actuales nos dejaría pasamados. "Paraíso celeste" tiene protagonista femenino y puesto en su piel y vestidos, nuevamente Tabucchi desgrana una minihistoria suave como la seda en el forro pero áspera en la superficie vital. En "Voces" grita la soledad, grita por teléfono y en los huecos de las casas.
Completan el libro como si fueran de relleno "Dos relatos sin domicilio fijo" y "Un cuento recuperado", a simple vista parece que sean sólo para engordar el número de páginas, pero esa impresión se desmorona ya en "El gato de Chesire" con ese individuo encerrado en el tren, ansioso por un reencuentro y se confirma en "Vagabundeo" un pequeño homenaje a esos locos artistas que nos hacen a veces ver el mundo del revés desde su genial falta de cordura. Finalmente "Fuegos artificiales" juguetea con nosotros igual que en el relato que da título al libro y nos vuelve a mostrar ese "juego del revés" que acaba con un bonito castillo pirotécnico que al fin y al cabo es lo que es este libro una pirueta artística que vale la pena leer de vez en cuando.
Benigno F.
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