Este libro lo he empezado esta mañana y ya lo he terminado. Es corto, 137 páginas, con letra de buen tamaño y se lee con facilidad. He leído críticas dispares sobre esta novela, algunos la habían ensalzado en exceso comparándola con grandes obras maestras, algunas de ellas también en formatos tan cortos. Probablemente no es una obra maestra, pero se acerca a ella en algunos momentos.
En esa corta extensión cabe una vida, una vida sencilla y también mayoritariamente desgraciada, una vida y un tiempo ya pasados. Quizás la historia no tenga muchos puntos álgidos, quizás las descripciones no sean muy grandilocuentes, es posible incluso que lo escrito sólo sean retazos, brochazos que dió el autor y que podrían haber correspondido a una historia magna, probablemente por eso a algunos no les ha gustado. Esa sucesión de historias mínimas, de pequeños detalles a medias es lo que le hace parecido a la vida aunque el autor no se explaye en ella.
El mayor mérito de este libro es que está escrito por alguien que no ha vivido la época que describe y aún así lo hace con maestría, probablemente porque ha leído mucho. Algunos dicen que no han olido la hierba de esos tiempos, ni la tierra quemada, ni el aroma de boñiga entre sus páginas, ahí es donde se nota la asincronía del autor con la época. Yo tampoco he tenido esas sensaciones, pero sí he sentido el frío de la soledad del protagonista y sí que he oído de vez en cuando esas sirenas de trenes que inquietan algunas noches a Robert Grainier y que también le traen dulces recuerdos de cuando las cosas se hacían a mano y se tardaba mucho tiempo, de cuando los caminos se hacían andando y se hacía noche en ellos, de esos tiempos en que no pasaba nada si se pasaba un día entero sin ver a nadie, sin decir palabra, solo mirando y esperando que pasara el tiempo... Ese breve tiempo que a veces llenan los remordimientos.
Así que hagan ustedes lo que quieran, pueden leerlo o releerlo y pueden olvidarlo al poco, pero ahí queda eso.
"Y de pronto todo se volvió negro. Y aquella época desapareció para siempre."
Benigno F.
En esa corta extensión cabe una vida, una vida sencilla y también mayoritariamente desgraciada, una vida y un tiempo ya pasados. Quizás la historia no tenga muchos puntos álgidos, quizás las descripciones no sean muy grandilocuentes, es posible incluso que lo escrito sólo sean retazos, brochazos que dió el autor y que podrían haber correspondido a una historia magna, probablemente por eso a algunos no les ha gustado. Esa sucesión de historias mínimas, de pequeños detalles a medias es lo que le hace parecido a la vida aunque el autor no se explaye en ella.
El mayor mérito de este libro es que está escrito por alguien que no ha vivido la época que describe y aún así lo hace con maestría, probablemente porque ha leído mucho. Algunos dicen que no han olido la hierba de esos tiempos, ni la tierra quemada, ni el aroma de boñiga entre sus páginas, ahí es donde se nota la asincronía del autor con la época. Yo tampoco he tenido esas sensaciones, pero sí he sentido el frío de la soledad del protagonista y sí que he oído de vez en cuando esas sirenas de trenes que inquietan algunas noches a Robert Grainier y que también le traen dulces recuerdos de cuando las cosas se hacían a mano y se tardaba mucho tiempo, de cuando los caminos se hacían andando y se hacía noche en ellos, de esos tiempos en que no pasaba nada si se pasaba un día entero sin ver a nadie, sin decir palabra, solo mirando y esperando que pasara el tiempo... Ese breve tiempo que a veces llenan los remordimientos.
Así que hagan ustedes lo que quieran, pueden leerlo o releerlo y pueden olvidarlo al poco, pero ahí queda eso.
"Y de pronto todo se volvió negro. Y aquella época desapareció para siempre."
Benigno F.
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