Este es el cuarto de la saga de Harry Hole que leo, en orden de aparición el segundo. Ninguno de ellos ha llegado al nivel de "Petirrojo" pero todos tienen detalles interesantes. Lo principal en éste es que entretiene bien y se lee a gusto, pero no mucho más, parece un intermedio entre un interesante primer libro ("El murciélago") y el siguiente. De hecho, más bien es una continuación del primero. El autor no se ha matado mucho en idear la historia.
De nuevo Harry Hole es enviado al extranjero a resolver un asesinato de un compatriota. En esa (estúpida) decisión las autoridades esperan que se comporte como un inútil, parece que no hayan leído el anterior libro en el que, de forma sorprendente (porque permanentemente está borracho), resuelva un crimen muy complejo. En éste sólo varía en que está permanentemente sobrio aunque la contraportada nos avisa de que es adicto a la vitamina B12. (Me pregunto quién será el que redacta estas estupideces, porque la citada vitamina no es una droga, desconozco a ningún adicto a ella y, sobre todo, el protagonista no la toma en ningún momento de toda la obra). Eso unido a un (para mí) desgraciado y poco justificado título, y a una traducción en algunos casos penosa (por ejemplo, me gustaría que me explicarán lo que es un "abrigo tipo cabán") hace que podamos considerarla una obra menor, entretenida, pero de poca envergadura (¡Atención! Esta palabra se escribe con "uve" y no con "be", como hacen multitud de personas hoy en día).
El Sr. Nesbø ha pillado el filón de la novela negra y no lo suelta, está decidido a enriquecerse a costa de nuestro tiempo libre (creo que ya lo ha hecho), muy honrado por su parte porque no lo oculta, no tiene ninguna intención de hacer literatura o de ofrecer alguna moraleja o algo en que pensar al acabar la lectura. Otra más para la montaña de historias detectivescas, negras porque no aportan claridad alguna y ésta no justifica en absoluto los 25 millones de ventas, salvo para demostrarnos que los lectores están ávidos de cualquier cosa que les entretenga y, sobre todo, que no les haga pensar ni en la vida ni en sus problemas.
Si no fuera que he leído la continuación de esta segunda entrega en la que el escritor se exprime algo más la sesera y ofrece una obra digna de mención, es probable que no insistiera ni con el personaje ni con el autor, pero como soy un obsesivo y no me gusta criticar sin visión global, es probable que reincida en el mismo delito. Es lo que tienen las adicciones, no hay manera de echarlas fuera.
Benigno F.
De nuevo Harry Hole es enviado al extranjero a resolver un asesinato de un compatriota. En esa (estúpida) decisión las autoridades esperan que se comporte como un inútil, parece que no hayan leído el anterior libro en el que, de forma sorprendente (porque permanentemente está borracho), resuelva un crimen muy complejo. En éste sólo varía en que está permanentemente sobrio aunque la contraportada nos avisa de que es adicto a la vitamina B12. (Me pregunto quién será el que redacta estas estupideces, porque la citada vitamina no es una droga, desconozco a ningún adicto a ella y, sobre todo, el protagonista no la toma en ningún momento de toda la obra). Eso unido a un (para mí) desgraciado y poco justificado título, y a una traducción en algunos casos penosa (por ejemplo, me gustaría que me explicarán lo que es un "abrigo tipo cabán") hace que podamos considerarla una obra menor, entretenida, pero de poca envergadura (¡Atención! Esta palabra se escribe con "uve" y no con "be", como hacen multitud de personas hoy en día).
El Sr. Nesbø ha pillado el filón de la novela negra y no lo suelta, está decidido a enriquecerse a costa de nuestro tiempo libre (creo que ya lo ha hecho), muy honrado por su parte porque no lo oculta, no tiene ninguna intención de hacer literatura o de ofrecer alguna moraleja o algo en que pensar al acabar la lectura. Otra más para la montaña de historias detectivescas, negras porque no aportan claridad alguna y ésta no justifica en absoluto los 25 millones de ventas, salvo para demostrarnos que los lectores están ávidos de cualquier cosa que les entretenga y, sobre todo, que no les haga pensar ni en la vida ni en sus problemas.
Si no fuera que he leído la continuación de esta segunda entrega en la que el escritor se exprime algo más la sesera y ofrece una obra digna de mención, es probable que no insistiera ni con el personaje ni con el autor, pero como soy un obsesivo y no me gusta criticar sin visión global, es probable que reincida en el mismo delito. Es lo que tienen las adicciones, no hay manera de echarlas fuera.
Benigno F.
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