Cada año me presento a un concurso de relatos de viajes. Nunca gano, es obvio, soy muy mal escritor y tengo poca gracia. Lo que tiene estar suscrito a blogs, uno va recibiendo noticias, muchas veces innecesarias. Hay uno de ellos que habla de libros, supuestamente los comenta, normalmente solo los ensalza, en realidad no es más que otro noticiario sobre escritores mediocres. Ya hace tiempo que no sigo sus vínculos, especialmente desde que elogia a Víctor del Árbol.
Hoy he cometido el error de leer una de sus últimas noticias. Se hace eco de un concurso de relatos sobre viajes. Leyendo la convocatoria, me he dado cuenta que sólo es para viajeras. No le había dado importancia al género de las condiciones (cosas de la igualdad) pero en su página web lo dejan claro: Premio Internacional de Mujeres Viajeras. Vamos, en definitiva, abstenerse machos. Así que he pensado en los comentarios que harían arder la red si el premio fuera al contrario.
Comprendo que las que convocan son libres y pueden pedir las condiciones que quieran, pero entiendo que esto no es igualdad. En algunos premios se exige alguna nacionalidad o idioma, yo sólo entiendo eso si está financiado con los impuestos del estado y, ni siquiera eso.
Pienso que no se avanza en la igualdad haciendo diferencias. Discriminación positiva le llaman, pero así, con relatos de féminas (¿Son sólo para chicas?) no se avanza demasiado, es como seguir jugando con muñecas y balones de fútbol. No es moderno, es retrógrado. Ahondar en las diferencias no iguala, separa. Y así estamos en situaciones increíbles para los discriminados, ventajas absurdas para determinados puestos y oposiciones. Pero la estupidez humana es supina y la de la promoción de la desigualdad es todavía mayor.
Durante un rato he estado planteándome enviar un relato con el nombre de una amiga. No sé como serán capaces de diferenciarlo. Luego he buscado las bases del concurso de relatos de viajes con el que nunca soy premiado. Por suerte no hacen diferencias de género, aunque hay cuatro mujeres de seis jurados. A mí no me parece mal porque admiro a las mujeres pero deploro a los pazguatos.
Otro año sin premio. No pasa nada, escribo para entretenerme, para llenar estos ratos muertos y desahogarme.
Benigno F.
Casiopea: frecuentemente representada con un espejo, símbolo de vanidad, esa vanidad que muchos afirman como femenina y que algunas se empeñan en confirmarla.
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