Yo si sé lo que estaba pensando el escritor cuando dio a luz a este engendro: "Me voy a forrar".
Empecemos por el final: El autor agradece especialmente a su agente por ser "la mejor y más brillante del mundo" y a su editor por "ser fuente constante de buenas ideas, cuya orientación inspirada e inspiradora lo mejoró todo, a quién se le ocurrió el título perfecto y quién tuvo el valor .... bla, bla, bla."
¡Hombre! Haber empezado por eso el libro y no al final. Así sabemos que no hay que comprarlo que es una de esas obras escritas por encargo, siguiendo las directrices manipuladoras de los editores, perfectamente preparadas por una estrategia de mercado. Para postre el autor se confiesa como director creativo de varias agencias publicitarias y amenaza con una ¡Adivina, adivinanza! ¡Eso! ¡Trilogíaaaaaa!!!. Es como si un aficionado a las leyes se dedicara a la abogacía. Sería un espanto, ni idea de los artículos y las leyes aplicables, pero eso sí, mucha labia en los juzgados. Pero, ya sabemos, eso forma parte del sueño americano.
Podría dejarlo aquí, podría no seguir escribiendo pero, ¿Por qué me tengo que reprimir yo si estos individuos se empeñan en tomarnos el pelo?
Efectivamente, esta novela sólo tiene de bueno la sugerente idea del individuo que lee la mente de otro a distancia y adivina el número en que está pensando. Se nos plantea un acertijo. Todo el libro se va a basar en ello, en mantener nuestra mente en resolverlo. Así, el escribiente distrae (igual que un prestidigitador) nuestra atención de sus manos y hace ver que relata, pero si dejas de intentar acertar te das cuenta que sólo son páginas llenas de palabras.
Hay personas que dicen que les encantan estos libros, que se leen rápido. Normal, te puedes saltar más de la mitad y sigues el hilo sin problemas. Las descripciones sólo son un mero relleno para engordar páginas innecesarias. ¿Que pintan tantos detalles del entorno domiciliario del detective? Está encajado con calzador sólo para ser descrito, es algo familiar al autor, se sienta en su casa y nos la describe, pero aparte de eso nada.
Empecemos por el final: El autor agradece especialmente a su agente por ser "la mejor y más brillante del mundo" y a su editor por "ser fuente constante de buenas ideas, cuya orientación inspirada e inspiradora lo mejoró todo, a quién se le ocurrió el título perfecto y quién tuvo el valor .... bla, bla, bla."
¡Hombre! Haber empezado por eso el libro y no al final. Así sabemos que no hay que comprarlo que es una de esas obras escritas por encargo, siguiendo las directrices manipuladoras de los editores, perfectamente preparadas por una estrategia de mercado. Para postre el autor se confiesa como director creativo de varias agencias publicitarias y amenaza con una ¡Adivina, adivinanza! ¡Eso! ¡Trilogíaaaaaa!!!. Es como si un aficionado a las leyes se dedicara a la abogacía. Sería un espanto, ni idea de los artículos y las leyes aplicables, pero eso sí, mucha labia en los juzgados. Pero, ya sabemos, eso forma parte del sueño americano.
Podría dejarlo aquí, podría no seguir escribiendo pero, ¿Por qué me tengo que reprimir yo si estos individuos se empeñan en tomarnos el pelo?
Efectivamente, esta novela sólo tiene de bueno la sugerente idea del individuo que lee la mente de otro a distancia y adivina el número en que está pensando. Se nos plantea un acertijo. Todo el libro se va a basar en ello, en mantener nuestra mente en resolverlo. Así, el escribiente distrae (igual que un prestidigitador) nuestra atención de sus manos y hace ver que relata, pero si dejas de intentar acertar te das cuenta que sólo son páginas llenas de palabras.
Me pregunto ¿Como
puede ser que estos escritores de medio pelo se hagan millonarios con
esta basura? No me parece mal que se ganen la vida, todo el mundo tiene derecho, pero no estaría de
más que se esforzaran un poco y fueran más prolíficos y menos
enciclopédicos. Con una novelita de cien páginitas las cosa les quedaba la mar de agradable para una tarde de tedio. De éstas Keith Luger, Clark Carrados o Silver Kane las escribían a millares y los pobres se morían de hambre.
Hay personas que dicen que les encantan estos libros, que se leen rápido. Normal, te puedes saltar más de la mitad y sigues el hilo sin problemas. Las descripciones sólo son un mero relleno para engordar páginas innecesarias. ¿Que pintan tantos detalles del entorno domiciliario del detective? Está encajado con calzador sólo para ser descrito, es algo familiar al autor, se sienta en su casa y nos la describe, pero aparte de eso nada.
Sin comentarios sobre la personalidad del detective. Vamos, que con ese carácter no resuelve un crimen ni loco. Suerte que está retirado. La resolución es tan burda como increíble. El autor olvida que la realidad siempre supera a la ficción y estos asesinos estarán trastornados pero no son imbéciles y los lectores tampoco debiéramos serlo o comportarnos como si lo fuéramos.
Puntuación: 2/10
Comentarios
Publicar un comentario