"La lira de Orfeo abre las puertas del otro mundo"
No tuvo el Nobel pero quizás lo merecía. No es uno de los malditos pero si uno de los olvidados. Pese a todo no ha perecido en la vorágine. No está en ese limbo artístico, que él mismo describe, porque nos lo recuperaron. Era creyente, y se le nota en todo lo que escribe, pero no un creyente bobo, o por simple tradición, era de los que cuestionan las creencias, de los que se pasan la vida dudando, temiendo equivocarse.
Esta novela forma parte de una
trilogía (ya sabéis que las repruebo). Davies cultivaba esa costumbre con denuedo y es de los pocos que no me atrevo a criticar por ello. Esta trilogía no
es la mejor de las suyas, pero tiene momentos de tal intensidad que simplemente por encontrarlos merece la pena.
Hay escritores bien famosos y superventas que serian incapaces de
escribir alguno de sus pasajes sin aburrirnos de forma soberana. Y esa
es la gracia de Davies que no necesita de grandes alharacas ni misterios
para interesarnos y si hay alguno, aparece como lo menos importante de la historia.
Los personajes son de verdad, siempre representan algo en la trama, incluso al más minúsculo se le adivina presente y pasado y de algunos quisiéramos saber el futuro y ahí es donde arraigan esas trilogías, en el ansia por conocer el futuro (o el pasado) de algunos personajes interesantes a veces laterales. Conoce la naturaleza humana y sus tramoyas igual de bien que las de los escenarios.
Todo este libro es una analogía. La ópera, la mesa redonda e incluso el nombre de uno de los protagonistas tienen reminiscencias artúricas. La analogía del espectáculo como representación breve de la vida como algo que remueve los interiores como un huracán. Mientras se prepara la obra basada en los trabajos de un artista antiguo ya desaparecido, éste nos cuenta su vida, sus opiniones, desde el limbo donde
están instalados los que aspiraron y no consiguieron el estrellato
aguardando toda la eternidad a ser descubiertos. De hecho los dos
narradores, escritor y músico son dos voces que representan la frustración del artista (el propio autor) que
llega al final de su vida sin trascender y se muestra aterrorizado por no
perdurar.
La acción no es especialmente intensa, pero cada
vez que parece que decae algo nos devuelve a la trama. Peso a ello, a partir de
la mitad del libro he experimentado el tedio propio del personaje que lleva el
hilo narrativo, un tipo ni fu ni fa, un sacerdote que todavía anda buscando un sentido a su
vida. Al final lo encuentra escribiendo un libro. He empezado a contar el número de páginas restantes, intentando acelerar el final, hasta que de nuevo el escritor con gran habilidad me ha devuelto las ganas de seguir leyendo.
Considerada
aislada, vista de cerca, le pasa como a algunas obras de arte, hay que
tomar perspectiva para apreciarlas. Es la diferencia entre las buenas y
malas obras, estas últimas desde lejos muestran todos los vacíos que las
rodean, se demuestran fundamentadas en nada. No es el caso de Robertson Davies.
Una frase: "Un snark es un objeto de búsqueda muy deseable que, cuando lo encuentras, puede resultar imprevisible o peligroso, o lo que es lo mismo, un buyam. Para un espíritu romántico, inquieto e inquisitivo, es probable que todos los snarks resulten buyams. Es una alegoría espléndida de todas las aventuras artísticas."
"Es uno de nuestros mayores errores ¿sabes?: el creer que el amor es lo mismo para todos y que todos podemos encontrar el gran amor. Es como afirmar que cualquiera puede componer una gran sinfonía. El exceso de amor es una desgracia: mal tiempo con algún que otro atisbo de sol."
Puntuación 7,5/10.
Benigno F.
Hola Benigno: me ha encantado tu blog, llevo un rato leyendo entradas y me he apuntado ya dos libros que no he leído. Yo me zampé de un tirón la trilogía de Deptford y sí, me pareció de Nobel.
ResponderEliminarGracias por tu comentario Rous y por haber empleado parte de tu tiempo en leer el blog. Por suerte alguien lo lee y saca alguna conclusión positiva o negativa. Saludos.
EliminarAprovecho para pedirte algo, a veces me cuesta separar el grano de la paja (que creo que los que hacen el curso de "aprende a escribir en tres meses" me cuelan algún gol, vamos), ¿algunas nociones básicas para que pueda soltar cualquier bodrio infumable, estilo Harry Quebert, con cinco páginas leídas? muchas gracias
EliminarMuchas gracias por la confianza. No me atrevo a aconsejarte con firmeza sobre ello. Déjate guiar por el instinto. Desconfía de los tomos gruesos, de los comentarios elogiosos de las contraportadas, de algunas editoriales y sobre todo no leas nunca las novedades recientes... Dales tiempo.
EliminarEn esta entrada tuve la osadía de dar algún consejo sobre ello.
http://benignofontes.blogspot.com.es/2014/04/sant-jordi.html
Y sobre todo, cuando el instinto te diga: "Déjalo". Hazle caso y como mínimo toma un receso.
¡Muchas gracias!
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