Aquí tenemos el tercer libro de relatos consecutivamente analizado. Se trata de un autor al que no le faltan elogios, por desgracia para él, la mayoría de los méritos le llegaron después de muerto. Falleció precozmente y por lo tanto su obra es poco extensa, de imposible crecimiento.
Fue elevado al conocimiento del gran público por una película basada en varios de sus relatos: "Short cuts" de Robert Altmann. Los expertos lo califican como creador de estilo y lo comparan con algún clásico (Chejov).
El presente libro es curioso. En realidad fue editado anteriormente con un título mucho más atractivo ("De qué hablamos cuando hablamos del amor") en el que los relatos fueron reconstruidos/resumidos por su editor Gordon Lish. Ahora nos lo vuelven a ofrecer con las historias intactas, tal como fueron concebidas por el escritor, sin censuras ni arreglos. En algunos casos los finales parecen haber variado.No puedo comparar ambos libros porque la versión inicial no la he leído.
Sí que he tenido ocasión de comparar el que da título a ambos libros ("Beginners"/ "What we talk about when we talk about love"), ejercicio extraordinariamente interesante en el que la versión podada por el editor y sus cambios ponen boca abajo el estilo literario del verdadero autor. Se convierte en una crónica de descripciones prohibidas, de explicaciones que se dan por supuestas, de final abrupto en lugar de progresivo difuminado. Es como si dos buenos escritores hubieran desarrollado por separado la misma sinopsis. Mi intuición me dice que opte por la del autor pero simplemente porque desconfío de las marcas blancas y sucedáneos.
El relato corto es todo un arte, conseguir interesar al (buen) lector entendido con pocas páginas es francamente complicado, especialmente cuando se trata de individuos empedernidos, deseosos de prolongar las lecturas al máximo antes del éxtasis de los finales, acostumbrados a manejar grandes tomos, convencidos (erróneamente) de que hay que disfrutar extensamente, sin pausas. La gran dificultad del escritor en estos casos, consiste en conseguir detener la avidez lectora de estos adictos al finalizar cada uno de los relatos, obligarles a retroceder para estar seguros de haber recogido con rapidez todos los regalos hechos con palabras, necesitados de rondar alrededor de lo contado durante un tiempo hasta poder iniciar un nuevo enunciado. Conmigo lo ha conseguido, he tenido que dosficar la lectura a un máximo dos o tres relatos (mañana, tarde y noche).
La temática es variada, aunque abundan los conflictos de parejas, los abusos alcohólicos y los errores aislados, a veces innecesarios, que transforman las vidas. Todas parecen crónicas tan reales que algunos las podrían considerar imposibles. Algunos están relatados en primera persona, otros en cambio son narrados por terceros, todos ellos suelen contener confesiones sobre hechos personales, algunos importantes otros simples naderías, ninguno con tono moralizante, ni con intención didáctica. Lo común es que todos invitan a la relectura y, lo esencial en este tipo de historias, no dejan indiferente, ni con necesidad de prolongación de lo contado. Todos tienen en común que lo importante viene contenido en los desarrollos, no en las resoluciones. Los finales no son tan claros como los de otros autores. Los dibujos son de trazos y viñetas precisas que lentamente se van difuminando.
Para recordar: Un separador de páginas que me han regalado. "Visor"; "La aventura"; "Tanta agua tan cerca de casa"; "La distancia".
Una frase "Hay gente que nace deprimida, creo - dijo Terri -. Hay gente que nace infeliz. Y también sin suerte. He conocido a gente que no tenía suerte en nada. Otra gente..., no tú cariño. No estoy hablando de ti, por supuesto que no. Y hay otra gente que se propone ser infeliz, y seguir siéndolo." Otra frase: "La gente necesita hacer planes -dijo-. Uno tiene que hacer planes. Cuando sea demasiado vieja para hacer planes y para desear cualquier cosa, que vengan y me quiten de en medio."
Para olvidar: La desazón que me ha producido leer algunos de ellos como "Diles a las mujeres que nos vamos" o "Algo sencillo y bueno".
Puntuación: 8/10
Fue elevado al conocimiento del gran público por una película basada en varios de sus relatos: "Short cuts" de Robert Altmann. Los expertos lo califican como creador de estilo y lo comparan con algún clásico (Chejov).
El presente libro es curioso. En realidad fue editado anteriormente con un título mucho más atractivo ("De qué hablamos cuando hablamos del amor") en el que los relatos fueron reconstruidos/resumidos por su editor Gordon Lish. Ahora nos lo vuelven a ofrecer con las historias intactas, tal como fueron concebidas por el escritor, sin censuras ni arreglos. En algunos casos los finales parecen haber variado.No puedo comparar ambos libros porque la versión inicial no la he leído.
Sí que he tenido ocasión de comparar el que da título a ambos libros ("Beginners"/ "What we talk about when we talk about love"), ejercicio extraordinariamente interesante en el que la versión podada por el editor y sus cambios ponen boca abajo el estilo literario del verdadero autor. Se convierte en una crónica de descripciones prohibidas, de explicaciones que se dan por supuestas, de final abrupto en lugar de progresivo difuminado. Es como si dos buenos escritores hubieran desarrollado por separado la misma sinopsis. Mi intuición me dice que opte por la del autor pero simplemente porque desconfío de las marcas blancas y sucedáneos.
El relato corto es todo un arte, conseguir interesar al (buen) lector entendido con pocas páginas es francamente complicado, especialmente cuando se trata de individuos empedernidos, deseosos de prolongar las lecturas al máximo antes del éxtasis de los finales, acostumbrados a manejar grandes tomos, convencidos (erróneamente) de que hay que disfrutar extensamente, sin pausas. La gran dificultad del escritor en estos casos, consiste en conseguir detener la avidez lectora de estos adictos al finalizar cada uno de los relatos, obligarles a retroceder para estar seguros de haber recogido con rapidez todos los regalos hechos con palabras, necesitados de rondar alrededor de lo contado durante un tiempo hasta poder iniciar un nuevo enunciado. Conmigo lo ha conseguido, he tenido que dosficar la lectura a un máximo dos o tres relatos (mañana, tarde y noche).
La temática es variada, aunque abundan los conflictos de parejas, los abusos alcohólicos y los errores aislados, a veces innecesarios, que transforman las vidas. Todas parecen crónicas tan reales que algunos las podrían considerar imposibles. Algunos están relatados en primera persona, otros en cambio son narrados por terceros, todos ellos suelen contener confesiones sobre hechos personales, algunos importantes otros simples naderías, ninguno con tono moralizante, ni con intención didáctica. Lo común es que todos invitan a la relectura y, lo esencial en este tipo de historias, no dejan indiferente, ni con necesidad de prolongación de lo contado. Todos tienen en común que lo importante viene contenido en los desarrollos, no en las resoluciones. Los finales no son tan claros como los de otros autores. Los dibujos son de trazos y viñetas precisas que lentamente se van difuminando.
Para recordar: Un separador de páginas que me han regalado. "Visor"; "La aventura"; "Tanta agua tan cerca de casa"; "La distancia".
Una frase "Hay gente que nace deprimida, creo - dijo Terri -. Hay gente que nace infeliz. Y también sin suerte. He conocido a gente que no tenía suerte en nada. Otra gente..., no tú cariño. No estoy hablando de ti, por supuesto que no. Y hay otra gente que se propone ser infeliz, y seguir siéndolo." Otra frase: "La gente necesita hacer planes -dijo-. Uno tiene que hacer planes. Cuando sea demasiado vieja para hacer planes y para desear cualquier cosa, que vengan y me quiten de en medio."
Para olvidar: La desazón que me ha producido leer algunos de ellos como "Diles a las mujeres que nos vamos" o "Algo sencillo y bueno".
Puntuación: 8/10
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