¡Al fin! ¡Por fin la he acabado! Me ha llevado bastante tiempo acabar esta colección de novela fantástica, de Espada y Brujería o de fantasía épica, como más os guste. He tenido que esperar pacientemente a que se editaran todos los títulos en edición de bolsillo porque ya sabéis que considero un abuso los precios de estos libros que, a veces, se pagan más por peso que por contenido, pero al final lo he conseguido.
El autor, intentando emular a George R.R. Martin, nos propina una tetralogía, cuatro libros, en lugar de los tres habituales (¿Porqué casi siempre tres? Estos escritores deben tener algún tipo de fjación o complejo infantil con ello. Alguien tendrá que hacer una tesis algún día al respecto.). De momento se ha quedado corto porque el Sr. Martin ya lleva cinco y le faltan algunos más.
El primero: "La Espada de Fuego" lo compré sólo por el nombre del autor. He leido alguna de sus obras de novela histórica que brillan por su buena documentación, por sus tramas aderezadas con toques fantásticos y por una gran capacidad para el entretenimiento.
Entretenimiento, esa es la clave, no busquéis otra cosa en estas tramas que un pasatiempo, porque esto no es literatura. No os aportarán sabiduria ni conocimiento. Ese es el contraste fundamental con las de fantasía histórica. Esa, por lo menos, enciende la curiosidad por saber más de la vida real de esos personajes de ficción que nos esboza el autor. En éstas en cambio, los personajes están confinados al papel, nunca encontraremos una estatua de ellos, ni figurarán en un libro de historia, o se asomarán en un documental de la BBC, ni en medio de unas ruinas o en un museo.
Tengo que reconocer que mi opinión sería diferente si con una o como máximo dos novelas la cosa se hubiera dado por acabada. Una comida abundante, con algunos ingredientes de calidad rozando un breve empacho que se hubiera solucionado con un simple digestivo. Pero, el autor decidió insistir, prolongarse, seguramente a él también le gusta comer en buenos restaurantes y hay que ganarse la vida, y como profesor la cosa esta "chunga". Por eso, al final he acabado rozando la necesidad de la visita hospitalaria, del lavado curativo de estómago para eliminar los restos no digeridos de la historia.
Todo ello, (que me perdone el Sr. Negrete) por culpa del escritor que cae en la trampa de la enciclopedia sin fundamento, que insiste por una mera necesidad nutritiva, (por supuesto totalmente lícita), pero su menú se hace reiterativo, los platos dejan de sorprendernos y al final sólo los probamos por compromiso, porque somos bien educados y no queda bien levantarse de la mesa.
Esta cuarta parte de la saga invita claramente a la lectura en diagonal, no te aporta nada, estás como loco por acabar. De hecho este tipo de lectura me ha librado de la visita al hospital. Ochocientas páginas en las que casi todo lo que sucede es predecible, la mayoría de los paisajes prescindibles, las vueltas a los comportamientos de los personajes (virando del negro al blanco y algunos permaneciendo en el gris) restan coherencia a lo trabajado en los anteriores tres libros. El final es absolutamente desangelado e incluso deja margen a la continuación (¡No. Por favor!).
Pese a todo, reconozco la gran capacidad del autor para documentarse, para tejer mundos e imaginar pasados y futuros que encajen en el relato. No lo pescas en contradicción. Todo ello es admirable pero no original. El dinero está bien gastado para el ocio sin pretensiones. Me ha servido para rellenar ratos vacíos, para dejar en blanco mi mente y eso, en este momento, es mucho, casi diría que suficiente.
Para recordar: la consistencia enorme del mundo descrito en el relato.
Para olvidar: el excesivo volumen, la falta de originalidad.
Puntuación 4/10
Benigno F.
El autor, intentando emular a George R.R. Martin, nos propina una tetralogía, cuatro libros, en lugar de los tres habituales (¿Porqué casi siempre tres? Estos escritores deben tener algún tipo de fjación o complejo infantil con ello. Alguien tendrá que hacer una tesis algún día al respecto.). De momento se ha quedado corto porque el Sr. Martin ya lleva cinco y le faltan algunos más.
El primero: "La Espada de Fuego" lo compré sólo por el nombre del autor. He leido alguna de sus obras de novela histórica que brillan por su buena documentación, por sus tramas aderezadas con toques fantásticos y por una gran capacidad para el entretenimiento.
Entretenimiento, esa es la clave, no busquéis otra cosa en estas tramas que un pasatiempo, porque esto no es literatura. No os aportarán sabiduria ni conocimiento. Ese es el contraste fundamental con las de fantasía histórica. Esa, por lo menos, enciende la curiosidad por saber más de la vida real de esos personajes de ficción que nos esboza el autor. En éstas en cambio, los personajes están confinados al papel, nunca encontraremos una estatua de ellos, ni figurarán en un libro de historia, o se asomarán en un documental de la BBC, ni en medio de unas ruinas o en un museo.
Tengo que reconocer que mi opinión sería diferente si con una o como máximo dos novelas la cosa se hubiera dado por acabada. Una comida abundante, con algunos ingredientes de calidad rozando un breve empacho que se hubiera solucionado con un simple digestivo. Pero, el autor decidió insistir, prolongarse, seguramente a él también le gusta comer en buenos restaurantes y hay que ganarse la vida, y como profesor la cosa esta "chunga". Por eso, al final he acabado rozando la necesidad de la visita hospitalaria, del lavado curativo de estómago para eliminar los restos no digeridos de la historia.
Todo ello, (que me perdone el Sr. Negrete) por culpa del escritor que cae en la trampa de la enciclopedia sin fundamento, que insiste por una mera necesidad nutritiva, (por supuesto totalmente lícita), pero su menú se hace reiterativo, los platos dejan de sorprendernos y al final sólo los probamos por compromiso, porque somos bien educados y no queda bien levantarse de la mesa.
Esta cuarta parte de la saga invita claramente a la lectura en diagonal, no te aporta nada, estás como loco por acabar. De hecho este tipo de lectura me ha librado de la visita al hospital. Ochocientas páginas en las que casi todo lo que sucede es predecible, la mayoría de los paisajes prescindibles, las vueltas a los comportamientos de los personajes (virando del negro al blanco y algunos permaneciendo en el gris) restan coherencia a lo trabajado en los anteriores tres libros. El final es absolutamente desangelado e incluso deja margen a la continuación (¡No. Por favor!).
Pese a todo, reconozco la gran capacidad del autor para documentarse, para tejer mundos e imaginar pasados y futuros que encajen en el relato. No lo pescas en contradicción. Todo ello es admirable pero no original. El dinero está bien gastado para el ocio sin pretensiones. Me ha servido para rellenar ratos vacíos, para dejar en blanco mi mente y eso, en este momento, es mucho, casi diría que suficiente.
Para recordar: la consistencia enorme del mundo descrito en el relato.
Para olvidar: el excesivo volumen, la falta de originalidad.
Puntuación 4/10
Benigno F.
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