Motivado por la excelente serie "Ripley" y habiendo leído hace muchos años "El talento de Mr. Rupley" en una edición de Anagrama que la titulaba como la película "A pleno sol" en la que Alain Delon interpretaba a Ripley. Decidí leer de forma ordenada el resto de novelas que tienen a Tom Ripley como protagonista y me puse casi de inmediato con la siguiente historia.
Supongo que me mueve bastante la nostalgia de tiempos pasados, de películas en blanco y negro, de operadoras de teléfono para las conferencias, de sellos en pasaportes y de una vida que parecía transcurrir a un ritmo más pausado.
La novela se desarrrolla unos años después de la inicial. Tom Ripley se ha instalado en una casa en Francia, se ha casado y sigue participando en negocios turbios. En este caso una falsificación de cuadros de un pintor que se suicidó en Grecia y que él junto con unos amigos resucitaron de forma conveniente para aprovecharse económicamente de ello. Ripley es requerido por los galeristas ante la visita de un americano escéptico y por la mala situación anímica del falsificador. A partir de ahí y demostrando una frialdad absoluta, soluciona a su modo drástico la situación.
La autora demuestra de nuevo su maestría como escritora, aunque algunas de las situaciones son poco verosímiles. Uno mientras va leyendo se mete en el personaje protagonista e imagina soluciones más fáciles para sus problemas o puesto en la piel de un policía o investigador, se plantea orientar las pesquisas de modo bastante diferente ya que todas las pruebas apuntan con pocas dudas a la implicación del cazafortunas en los delitos. Esas carencias son las que llevan a la novela a, lo que a mi me parece, una mala resolución. El final no me ha dejado muy conforme. Probablemente lo importante no es estrictamente la resolución sino como está escrito, pero puestos a ser exigente, uno imagina mejores soluciones a la maraña en la que se mete el personaje al que, pese a su evidente maldad, el lector se ve obligado a ponerse de su parte durante el relato.
Seguiremos con las restantes que ya me aguardan en mi libro electrónico, pero las dejaré reposar un tiempo para evitar iniciarlas con la ceja excesivamente levantada.
Benigno F.
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