Está claro que mi gusto no coincide con el de los críticos, seguramente es que no tengo ni idea sobre "literatura". Lo mío deben ser las "novelitas", esas que se leen en una tarde de forma ardorosa, llenos de deseo fugaz y que se resuelven de forma rápida y olvidable, pero satisfactoria... Debe ser eso, de lo contrario sería inexplicable que no me haya emocionado ni una brizna con esta novela "caústicamente divertida", de "proustismo renovado por la tradición fabuladora judía", "de hilaridad venenosa" y "de una precisión del lenguaje capaz de perforar las capas blandas y duras del compuesto humano". Pues no, ni es divertida, ni le veo la tradición fabuladora judía (este debía haberse tomado algo al decir eso), ni es hilarante, y no me ha perforado ninguna capa blanda de mi compuesto humano. Igual es que los hilos editoriales y críticos se mueven en unos parámetros que no se alinean en absoluto con los míos (que no tienen porqué ser los buenos). En definitiva, esta novela y como está escrita me han parecido un "truño", una auténtica tomadura de pelo.
La primera parte de la novela es, sin duda, la mejor. Una pareja discute desforadamente y otra escucha, especula, cotillea. A continuación, el argumento se convierte en una agrupación de recortes, los personajes y los escenarios pierden totalmente la credibilidad, el texto se llena de mantras miles de veces repetidos. Una ropa cutre que nos quieren hacer pasar por nueva, pero hecha de remiendos antiguos y a un precio exagerado. Dinero malgastado. Palabras y palabras, miles de ellas innecesarias y nada originales. Un montón de ideas y acontecimientos carentes de orden y de concierto, claro que si te quejas es que no lo has entendido, que te falta inteligencia. Debe ser lo que a mí me pasa que soy un borrico al que hay que alimentar con alfalfa y no sé apreciar la hierba buena.
El autor es un vomitador de palabras... aburridas, no tiene ni el don de la brevedad, duerme a los caballos. Debe ser muy "bueno" en otros aspectos, porque hay que ser un hacha para colocarle esta bazofia a una editorial, o tener un magnífico representante, o que la línea editorial se guíe por las modas y las encuestas, y como lo del "procés" vende y parece que habla de eso y algunos de sus personajes encuentran en la realidad sus paralelos, les falta tiempo para colárnoslo.
Pues nada, no les aburro más, me voy a leer una de Marcial Lafuente Estefanía o de Keith Luger.
Benigno F.
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