Vaya por delante mi admiración hacia Santiago Posteguillo por haberse pegado la "panzada" de documentación histórica necesaria para poder escribir esta trilogía. El hombre ha trabajado muy en serio, seguramente durante bastante tiempo, para documentarse, o se ha rodeado de un excelente equipo para ello. Así los datos históricos sobre los que se basa esta tripleta de novelas parecen (porque no me he molestado en consultarlos) bien fundados, coherentes y, es posible, que hagan la delicia de todos aquellos a los que les encanta la historia novelada, que no es lo mismo que una novela histórica.
Supongo que él pensaba que simplemente inventándose unos personajes de adorno, ese gran esfuerzo bibliográfico se convertiría por arte de magia de "historia" en "novela". Supongo que por eso, en numerosos capítulos, reintroduce al lector en la situación con varias páginas, retrocediendo en el relato a acontecimientos anteriores (como si fuera un profesor que recapitula al inicio de clase), y así, poco a poco, la novela va adquiriendo grosor, alcanzando un enorme volumen (tres concretamente) que, probablemente el autor, considera necesarios para exhibir todo su conocimiento del período histórico en el que transcurre el relato.
En todo ello se ha equivocado (para mí), y no me voy a molestar en ofrecer ejemplos literarios, de novelas menos extensas, igual menos rigurosas, pero mucho mejores en lo referente a calidad literaria. El exceso de páginas no aumenta la calidad, sólo el volumen y el número de palabras y, muchas veces, sólo sirve para que te saltes la mayor parte de ellas, ya que suelen ser superfluas e innecesarias. En esta trilogía te puedes saltar muchos párrafos, páginas, incluso algún capítulo y puedes seguir la historia perfectamente, porque casi todo lo que está por suceder lo tienes claro (o por lo menos yo lo he tenido). Algunos personajes a lo largo de la trilogía se hacen reiterativos en sus comportamientos, en sus compromisos y, hay momentos en que todo se vuelve previsible. Pese a todo, les coges cariño, con tantas páginas es casi inevitable, incluso te diviertes, estás entretenido y corres para saber que ha pasado, o quizás para acabar cuanto antes, como si fuera una competición de a ver quién lee más rápido (o de quién escribe más).
El escritor pone todo su empeño en mostrarnos y describirnos el mobiliario, las costumbres, los edificios, pero bastante poco en los paisajes y en las personalidades que sólo tienen grandes rasgos. Incluso nos introduce en el mundo del teatro romano a través de la vida de Tito Marcio Plauto, uno de los personajes más interesantes, pero que parece metido con "calzador" en la primera novela, en la que, incluso, nos aburre intensamente cuando, de forma innecesaria, nos relata casi íntegra una representación con sus actos y diálogos. En las otras dos el personaje se consolida y tiene intervenciones más interesantes, aunque el Sr. Posteguillo se sigue empeñando innecesariamente en hacernos partícipes de los argumentos y escenas de sus obras, incluso usando "latinajos" convenientemente traducidos por algunos expertos en ese idioma olvidado. Imagino que con la buena intención de "culturizar" al lector, intentando que no se note que está escribiendo una obra para vender cuanto más mejor. A mí no me ha convencido, incluso le he detectado algún fallo cultural garrafal, como una "arteria yugular" cortada durante una batalla, confundiendo las venas yugulares con las arterias carótidas; o un "tajo poderoso" que "sesga" la mano de un guerrero sirio.
En definitiva, me he leído todos los libros como si me fuera la vida en ello, me he saltado bastantes partes, me he entretenido mucho, incluso en algún momento me he emocionado, pero con la emoción floja que te entra en las películas de héroes cuando les hacen daño o los homenajean después de haberlas pasado canutas, o finalmente mueren de forma heroica o sin el reconocimiento que merecen, porque la épica siempre emociona de forma refleja hasta que reflexionas. Y en mi reflexión me he dado cuenta que esta obra más que literatura, es un cómic de superhéroes, y como tal vale la pena disfrutarlo, sin meterse en honduras de análisis de calidades. Seguramente le hubiera quedado igual de bien sin haberse esforzado tanto en estudiar la historia.
Benigno F.
Supongo que él pensaba que simplemente inventándose unos personajes de adorno, ese gran esfuerzo bibliográfico se convertiría por arte de magia de "historia" en "novela". Supongo que por eso, en numerosos capítulos, reintroduce al lector en la situación con varias páginas, retrocediendo en el relato a acontecimientos anteriores (como si fuera un profesor que recapitula al inicio de clase), y así, poco a poco, la novela va adquiriendo grosor, alcanzando un enorme volumen (tres concretamente) que, probablemente el autor, considera necesarios para exhibir todo su conocimiento del período histórico en el que transcurre el relato.
En todo ello se ha equivocado (para mí), y no me voy a molestar en ofrecer ejemplos literarios, de novelas menos extensas, igual menos rigurosas, pero mucho mejores en lo referente a calidad literaria. El exceso de páginas no aumenta la calidad, sólo el volumen y el número de palabras y, muchas veces, sólo sirve para que te saltes la mayor parte de ellas, ya que suelen ser superfluas e innecesarias. En esta trilogía te puedes saltar muchos párrafos, páginas, incluso algún capítulo y puedes seguir la historia perfectamente, porque casi todo lo que está por suceder lo tienes claro (o por lo menos yo lo he tenido). Algunos personajes a lo largo de la trilogía se hacen reiterativos en sus comportamientos, en sus compromisos y, hay momentos en que todo se vuelve previsible. Pese a todo, les coges cariño, con tantas páginas es casi inevitable, incluso te diviertes, estás entretenido y corres para saber que ha pasado, o quizás para acabar cuanto antes, como si fuera una competición de a ver quién lee más rápido (o de quién escribe más).
El escritor pone todo su empeño en mostrarnos y describirnos el mobiliario, las costumbres, los edificios, pero bastante poco en los paisajes y en las personalidades que sólo tienen grandes rasgos. Incluso nos introduce en el mundo del teatro romano a través de la vida de Tito Marcio Plauto, uno de los personajes más interesantes, pero que parece metido con "calzador" en la primera novela, en la que, incluso, nos aburre intensamente cuando, de forma innecesaria, nos relata casi íntegra una representación con sus actos y diálogos. En las otras dos el personaje se consolida y tiene intervenciones más interesantes, aunque el Sr. Posteguillo se sigue empeñando innecesariamente en hacernos partícipes de los argumentos y escenas de sus obras, incluso usando "latinajos" convenientemente traducidos por algunos expertos en ese idioma olvidado. Imagino que con la buena intención de "culturizar" al lector, intentando que no se note que está escribiendo una obra para vender cuanto más mejor. A mí no me ha convencido, incluso le he detectado algún fallo cultural garrafal, como una "arteria yugular" cortada durante una batalla, confundiendo las venas yugulares con las arterias carótidas; o un "tajo poderoso" que "sesga" la mano de un guerrero sirio.
En definitiva, me he leído todos los libros como si me fuera la vida en ello, me he saltado bastantes partes, me he entretenido mucho, incluso en algún momento me he emocionado, pero con la emoción floja que te entra en las películas de héroes cuando les hacen daño o los homenajean después de haberlas pasado canutas, o finalmente mueren de forma heroica o sin el reconocimiento que merecen, porque la épica siempre emociona de forma refleja hasta que reflexionas. Y en mi reflexión me he dado cuenta que esta obra más que literatura, es un cómic de superhéroes, y como tal vale la pena disfrutarlo, sin meterse en honduras de análisis de calidades. Seguramente le hubiera quedado igual de bien sin haberse esforzado tanto en estudiar la historia.
Benigno F.
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