Siempre he sido rebelde. He tardado más de cincuenta años en darme cuenta pero es verdad. Siempre he hecho lo contrario a lo que todos hacían, sólo por probar, por no ser seguidista, por tener mi propia opinión. Por eso no leía "Patria", porque todos la leían y todos la loaban, pero algunos se empeñaron en criticarla. Unos con argumentos literarios, gruesos, discutibles, pero firmes; otros con razones políticas, insinuando cosas que sólo leyendo la novela se podían confirmar o no. Consideraban que había intencionalidad del autor de posicionar al público a favor de una de las posturas. Vamos, que le atribuían malas intenciones, le calificaban de "constitucionalista" (como si eso fuera malo). Sin decirlo claramente sugerían maledicencia por parte del escritor.
Ahí fue cuando decidí leerla, para poder discutir en un sentido u otro, para averiguar si la novela valía la pena en lo literario y si las intenciones eran puras o espúrias. La verdad es que a mí, cuando alguien descalifica lo cultural por la política, me sale proteger la parte de la cultura (en este caso al autor, para postre seguidor de mi admirado Ramiro Pinilla) y pensar que quién así lo vilipendia, lo hace con malas intenciones. Luego la autora del libelo (a mi modo de entender) pasó cuentas con la parca y perdí interés en enmendarle la plana. No me gusta meterme con los muertos, ya les habrán pesado el alma en alguna balanza, pero me quedó un resquemor por no hacerlo. Finalmente lo he leído de prestado, así no contribuyo con mi pecunio a la riqueza del autor por si no fuera una obra literaria de enjundia y puedo formarme una opinión y exponerla.
El libro tiene tanta fama que no me produce ningún reparo calificarlo como "best seller". De esos que se venden como churros, que todo el mundo ha leído y presume de ello, o como mínimo un buen montón de ellos lo tienen en su biblioteca. Se lee fácil, que es de las peores cosas que se pueden decir de una obra literaria. El autor utiliza sin reparos todos los recursos estilísticos de los superventas y lo hace de forma redonda, rotunda, sin fisuras. La técnica es facilona para los que leen poco, los saltos del tiempo utilizados, aunque desordenan la historia, siempre se entienden con facilidad. Para mí no es literatura de alta alcurnia, pero es un buen libro y una buena lectura.
La temática es la culpable de todo ello. Hemos vivido muchos años acompañados por las noticias relacionadas con ETA y el País Vasco. Todo ello ha despertado adhesiones e innumerables recelos. Lo habitual era el rechazo abierto por unos y el soporte clandestino, secreto de otros, esos otros que casi nunca hemos conocido porque no se manifestaban abiertamente por ello. Este libro pone frente a frente a unos y otros, con todas sus contradicciones e incongruencias, se te queda una mueca en la cara de estupor ante algunas de ellas. Las situaciones tienen tal viso de realidad que la obra está repleta de humanidad por todos lados, tanto por uno como por otro bando.Y esa humanidad es la que finalmente emociona (sí emociona, he vertido alguna lágrima), porque la humanidad es injusta, muchas veces irracional y casi siempre emocionante y apasionada. Y aunque soy contrario a la "emocionología", en esta obra las emociones salen naturales, sin forzarlas y eso es un mérito que sin duda tenemos que atribuir a su autor.
Insisto, se pueden criticar muchas cosas desde el punto de vista literario, pero en absoluto (por lo menos a mí me lo parece) la intención política del escritor. Ambas visiones políticas aparecen al mismo nivel, aunque algunos lo nieguen porque toman partido descarado, porque están claramente contaminados y no entienden que no habla del poder, ni de la ley, sino sencillamente de la razón, de la amistad, de la lealtad, de la convicencia. Evidentemente la ideología revolucionaria y su uso de la violencia queda mal parada. Como, en mi opinión, no podía ser de otra manera.
Las dos familias descritas son problemáticas, unos por unas cosas y otros por otras, las dos familias sufren, las dos callan mucho, todos son víctimas, unos de los tiros, otros de las ideas, algunos de ambas cosas. Al finalizar la lectura me he quedado con la sensación de haber recibido una lección de humanidad impartida desde un púlpito sin símbolo, bandera o ley alguna, sólo con cariño e intentando inculcar que "No debería volverá a pasar más".
Literariamente tiene unos cuantos defectos pero emocionalmente los sobrepasa. Así que a callarse (un poco) los críticos que en realidad envidian el volumen de ventas. A escribir el Sr. Aramburu porque ahora sí que tiene como reto que entregar su gran novela ("Seguir allá donde lo dejó Pinilla").
A callarse también los de las intenciones políticas, que sólo se han molestado porque deja al descubierto las vergüenzas de todos aquellos que consideraban justa la "revolución" vasca y por eso, de forma subrepticia, comprendían las acciones violentas en el contexto del llamado "conflicto". Justamente, el uso de esa palabra es el que delimita la frontera entre unos y otros.
Benigno F.
Ahí fue cuando decidí leerla, para poder discutir en un sentido u otro, para averiguar si la novela valía la pena en lo literario y si las intenciones eran puras o espúrias. La verdad es que a mí, cuando alguien descalifica lo cultural por la política, me sale proteger la parte de la cultura (en este caso al autor, para postre seguidor de mi admirado Ramiro Pinilla) y pensar que quién así lo vilipendia, lo hace con malas intenciones. Luego la autora del libelo (a mi modo de entender) pasó cuentas con la parca y perdí interés en enmendarle la plana. No me gusta meterme con los muertos, ya les habrán pesado el alma en alguna balanza, pero me quedó un resquemor por no hacerlo. Finalmente lo he leído de prestado, así no contribuyo con mi pecunio a la riqueza del autor por si no fuera una obra literaria de enjundia y puedo formarme una opinión y exponerla.
El libro tiene tanta fama que no me produce ningún reparo calificarlo como "best seller". De esos que se venden como churros, que todo el mundo ha leído y presume de ello, o como mínimo un buen montón de ellos lo tienen en su biblioteca. Se lee fácil, que es de las peores cosas que se pueden decir de una obra literaria. El autor utiliza sin reparos todos los recursos estilísticos de los superventas y lo hace de forma redonda, rotunda, sin fisuras. La técnica es facilona para los que leen poco, los saltos del tiempo utilizados, aunque desordenan la historia, siempre se entienden con facilidad. Para mí no es literatura de alta alcurnia, pero es un buen libro y una buena lectura.
La temática es la culpable de todo ello. Hemos vivido muchos años acompañados por las noticias relacionadas con ETA y el País Vasco. Todo ello ha despertado adhesiones e innumerables recelos. Lo habitual era el rechazo abierto por unos y el soporte clandestino, secreto de otros, esos otros que casi nunca hemos conocido porque no se manifestaban abiertamente por ello. Este libro pone frente a frente a unos y otros, con todas sus contradicciones e incongruencias, se te queda una mueca en la cara de estupor ante algunas de ellas. Las situaciones tienen tal viso de realidad que la obra está repleta de humanidad por todos lados, tanto por uno como por otro bando.Y esa humanidad es la que finalmente emociona (sí emociona, he vertido alguna lágrima), porque la humanidad es injusta, muchas veces irracional y casi siempre emocionante y apasionada. Y aunque soy contrario a la "emocionología", en esta obra las emociones salen naturales, sin forzarlas y eso es un mérito que sin duda tenemos que atribuir a su autor.
Insisto, se pueden criticar muchas cosas desde el punto de vista literario, pero en absoluto (por lo menos a mí me lo parece) la intención política del escritor. Ambas visiones políticas aparecen al mismo nivel, aunque algunos lo nieguen porque toman partido descarado, porque están claramente contaminados y no entienden que no habla del poder, ni de la ley, sino sencillamente de la razón, de la amistad, de la lealtad, de la convicencia. Evidentemente la ideología revolucionaria y su uso de la violencia queda mal parada. Como, en mi opinión, no podía ser de otra manera.
Las dos familias descritas son problemáticas, unos por unas cosas y otros por otras, las dos familias sufren, las dos callan mucho, todos son víctimas, unos de los tiros, otros de las ideas, algunos de ambas cosas. Al finalizar la lectura me he quedado con la sensación de haber recibido una lección de humanidad impartida desde un púlpito sin símbolo, bandera o ley alguna, sólo con cariño e intentando inculcar que "No debería volverá a pasar más".
Literariamente tiene unos cuantos defectos pero emocionalmente los sobrepasa. Así que a callarse (un poco) los críticos que en realidad envidian el volumen de ventas. A escribir el Sr. Aramburu porque ahora sí que tiene como reto que entregar su gran novela ("Seguir allá donde lo dejó Pinilla").
A callarse también los de las intenciones políticas, que sólo se han molestado porque deja al descubierto las vergüenzas de todos aquellos que consideraban justa la "revolución" vasca y por eso, de forma subrepticia, comprendían las acciones violentas en el contexto del llamado "conflicto". Justamente, el uso de esa palabra es el que delimita la frontera entre unos y otros.
Benigno F.
Como tú, he preferido dejar pasar el tiempo para leer la novela, que no me contaminara su éxito, ni tampoco la polémica suscitada sobre la obra. El libro ha estado en casa, prestado, lo ha leído mi mujer un par de veces y lo devolvió. Yo todavía no lo he hecho y espero hacerlo, no se cuando realmente, en algún momento. Parece que desde la distancia se comprenden mejor las cosas.
ResponderEliminarSaludos,
JdG
Nota: no sabía de la admiración del autor por Ramiro Pinilla, un gran escritor, favorito de esta casa.
Harás bien en leerlo tras el tiempo que consideres necesario. Pinilla es también muy apreciado por mí. Ara buró escribió sobre él en este artículo http://www.elmundo.es/cultura/literatura/2017/10/22/59ec8507e2704e7e388b464a.html
Eliminar¡Hola! Pues estoy de acuerdo contigo. Es un buen libro, aunque también es cierto que el estilo literario del autor y el uso de algunos tiempos verbales, me sorprendió un poco (no quiere decir que no me gustara), es curioso, te acostumbras.
ResponderEliminarEn algún momento se me hizo un poco pesado, pero en general me gustó mucho. Se nota que el autor sabe de lo que habla porque ha vivido desde pequeño y ha crecido con el tema del terrorismo muy presente en su vida
Saludos