Esta novela es un "western" o una de "vaqueros" que decíamos aquí antes y nos atizábamos en una tarde un par de Marcial Lafuente Estefanía, Keith Luger o Silver Kane o nos íbamos al cine a ver una película. Es del "oeste" pero de las buenas, igual que la intensa película cuyo guión se basa en ella ("El hombre de las pistolas de oro"). Esa referencia ha sido buena para mí para imaginarme los personajes, para visualizar las cachas doradas girando en el dedo índice de uno de los protagonistas.
Tiene todos los ingredientes necesarios, buenos, malos, ganaderos, sheriff, soldados, corrales, saloon y duelos. La diferencia estriba en el tratamiento de los personajes, en la rotundidad de su definición mucho más allá de lo entretenidos que pueden ser los hechos, en las dudas que manifiestan sobre la vida, en que todos tienen un pasado, un presente y dudas serias sobre su futuro.
El metraje de entrada parece excesivo (más de seiscientas páginas) pero no disminuye en intensidad. Hay un duelo y uno piensa que la novela debería acabar pero sigue, mostrándonos el reverso de los disparos, la parte que acaece tras el banquete de bodas y constata que no todos son felices y comen perdices, que el ganador no sólo recibe palmadas en el hombro. Aparece la cruda realidad del supuesto héroe, su soledad y las reflexiones propias y de otros que surgen en torno a ello son magníficas y están mostradas desde varias perspectivas, en conversaciones, escritos y pensamientos.
Es un western de los buenos. Cuando parece que acaba tras el duelo nos muestra el reverso, lo que sucede después del banquete y las palmadas al hombro. La espiral inútil de violencia que se desencadena sin remedio una vez suelta. La cruda realidad del supuesto héroe solo y las reflexiones que surgen en torno a ello son magníficas convirtiendo a la novela en una obra grande, hermosa y magnífica.
Tiene todos los ingredientes necesarios, buenos, malos, ganaderos, sheriff, soldados, corrales, saloon y duelos. La diferencia estriba en el tratamiento de los personajes, en la rotundidad de su definición mucho más allá de lo entretenidos que pueden ser los hechos, en las dudas que manifiestan sobre la vida, en que todos tienen un pasado, un presente y dudas serias sobre su futuro.
El metraje de entrada parece excesivo (más de seiscientas páginas) pero no disminuye en intensidad. Hay un duelo y uno piensa que la novela debería acabar pero sigue, mostrándonos el reverso de los disparos, la parte que acaece tras el banquete de bodas y constata que no todos son felices y comen perdices, que el ganador no sólo recibe palmadas en el hombro. Aparece la cruda realidad del supuesto héroe, su soledad y las reflexiones propias y de otros que surgen en torno a ello son magníficas y están mostradas desde varias perspectivas, en conversaciones, escritos y pensamientos.
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