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Frivolidad rima con felicidad


"Frívolo, frívola (adjetivo): Que no concede a las cosas la importancia que merecen, no las hace con la seriedad, el sentimiento o el interés requeridos y solo piensa en el aspecto divertido o lúdico de la vida.
Que es propio de una persona frívola, carece de la seriedad que merece o está hecho sin el interés o el sentimiento requeridos."
"Antónimos: formal, grave, sensato. 
Sinónimos: superficial, veleidoso, ligero, inconstante, voluble, insustancial, intrascentente." 

Sinceramente, algunas revistas "culturales" son una fuente inagotable de felicidad para el que suscribe. Nos permiten dedicarnos a ese deporte que tanto nos gusta: criticar.

Algunos escritores se empeñan en "escribir por escribir" y subidos en el púlpito que les proporcionan las letras confunden su profesión y se dedican a predicar. Piensan que por ser escritores son intelectuales y que por el hecho de ser capaces de citar a alguien ya pueden defender sus opiniones con toda tranquilidad, que las acotaciones son argumentos y leyes repletas de rotundidad. Cree esa señora que utilizar citas literarias demuestra tener razón, da marchamo de calidad y derecho a filosofar de forma gratuita y que todo eso viene garantizado con el carnet de escritor. Lamento contradecirle, ser escritor no significa directamente ser una persona culta e inteligente, ni tener la razón siempre, sino fíjense en el que suscribe que carece de estudios, de ambición, de coeficiente y ni siquiera tiene ordenador y osa opinar.

En esa misma revista en la que el otro día se renegaba de la culpa hoy les ha dado por la frivolidad. Así, una escritora nos habla de la futilidad (es un sinónimo), escudándose primero en las frases de Yasmina Reza, una supuesta intelectual por herencia, obviamente millonaria, a la que ya tuvimos el honor de destripar hace dos veranos y que cuando las cosas van mal recurre a la frivolidad y cuando van bien  también, incluso con mayor entusiasmo. Entre otras lindezas la Sra Reza opina que citar a Spinoza y luego a un pintalabios son compatibles, probablemente tenga razón, pero eso no demuestra que conocimiento deba asociarse a frivolidad y mucho menos a felicidad.

La escritora del artículo confunde la frivolidad con la elegancia, con la limpieza, con las ganas de vivir y como la palabra rima con felicidad las ve sinónimas. Se dedica a jugar con lo intelectual para hacerse la ocurrente, la simpática, para provocar la sonrisa fácil y de retruécano colarnosla doblada, porque en realidad nos quiere contar que ha leído un bote de champú y lo escrito le ha parecido una buena estrategia comunicativa aunque no esté escrito en catalán y ese es el mensaje real de toda su perorata.  Simplemente intenta justificar su superficialidad usándola como dardo para criticar el idioma de etiquetado. Podría hablar de los lectores compulsivos que nos leemos hasta las latas de conserva, podría hablar de que el rotulado no respeta a los afectos de presbicia y mucho menos a los daltónicos, pero obviando un montón de razonamientos se queda en lo vacío, en lo ridículo, en lo insustancial.

Sus razonamientos se vuelven directamente contra ella porque niegan la felicidad a las gentes sencillas del campo que nunca se han maquillado o se han vestido bien y que, por supuesto, no se han gastado un duro en pintalabios, nunca se han podido permitir el lujo de ser casquivanos, algunos son analfabetos (que no es sinónimo de inculto) pero no por eso son menos felices. Aduce que el comportamiento frívolo sólo se tiene cuando una se siente en sintonía con el mundo, obviando a todas aquellas infelices que se dedican a frivolizar para sentirse mejor. Para postre, se apropia de la frivolidad como virtud exclusivamente femenina, haciendole un "gran favor" a la igualdad de sexos. ¿Es que los hombres no son frívolos? ¿Es que no hay otros tipos de frivolidad que maquillarse o arreglarse o lavarse el pelo? Sin quererlo, se suma a esa multitud de magníficas intelectuales en pro de la igualdad femenina que salen en "Mujeres , Hombres y viceversa" perfectamente arregladas.

La verdad es que todos somos frívolos (yo ahora mismo lo estoy siendo) de forma cruel y descerebrada de vez en cuando, lo importante es reconocerlo e interpretarlo. Tiene razón en lo de que darle muchas vueltas a las cosas no da la felicidad (más bien tiene tendencia contraria), pero prefiero mil veces ser infeliz a imbécil.

Benigno F.

"Para que una cosa sea interesante basta con mirarla durante mucho tiempo"
Gustave Flaubert.


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