“There comes a time when you realize that everything is a dream,
and only those things preserved in writing have any possibility of being
real.”
Ya he confesado varias veces mi predilección por Salter, por lo cercano y real de sus historias que a la vez son evocadoras y nostálgicas. A mí me recuerdan un domingo en un piso antiguo de Barcelona con flores en un minúsculo balcón y una persiana de madera por la que atraviesan tímidos y a la vez pujantes los rayos del sol, y la vida toda por delante como esa misma tarde de día festivo.
Salter ya no está, y mientras iba leyendo este libro, me ha parecido que esta novela la había escrito como despedida, como broche final a su vida. Previamente escribió su biografía, y es probable que incluso su necrológica. Parece como si se hubiera sentado tranquilamente frente al mar a revisar momentos de su vida, dandole vueltas a las páginas como si fueran olas. Esas aguas que suelen estar omnipresentes en sus narraciones y por eso el personaje principal de esta novela empieza su historia navegando y la finaliza nadando. Y es que las aguas discurren igual que discurre la vida.
Así que esta novela me parece que es muy autobiográfica y a la vez melancólica, pero exenta de tristeza ya que el narrador en ningún momento esta triste, es simplemente realista, con ese realismo que sólo son capaces de imprimir los que ven el fin cerca y se resignan ante el retiro más definitivo y sólo se rebelan ocasionalmente ante las injusticias de los avatares de la vida.
Por eso esta novela parece incompleta, de vez en cuando los capítulos parecen notas y obras cortas que forman parte de otra más voluminosa que va a quedar inédita y que el escritor ha ido cosiendo primorosamente para intentar darle continuidad, pero si te fijas se ven las costuras y aunque los pedazos son bonitos, el conjunto a veces es algo grotesco, sincopado, pero pese a todo, se parece tanto a la vida en eso que no molesta en absoluto.
En algunos momentos se le va la mano con las historias colaterales de personajes que solo aparecen a veces en pocas frases de un capítulo, y al mismo tiempo, algunas historias se sobreponen a la propia trama que poco a poco va cobrando cuerpo y sólo al final se ve el conjunto magnífico de la obra. Como si fuera una escultura que poco a poco va emergiendo de una enorme roca. Seguramente por eso ese título tan drástico: "Esto es todo".
Grande Salter, igual hasta merecía un premio. Este año ni me he acercado en ningún pronóstico. Igual de desacertado que el que ha escrito la contraportada que parece no haya leido la novela. ¡Menudo resumen más desacertado! ¿Éxito profesional? ¿Libros? ¿Sexo? ¿Gran historia de amor?
"No estaba deprimido, pero vivía con una sensación de injusticia"
"Lo que había querido decir Chejov era que el amor que se hacía una vez al año tenía una potencia terrorífica, la potencia de una gran experiencia religiosa, y que si se hacía más frecuentemente sólo era una cosa parecida a la alimentación..."
Benigno F.
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