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Carteles y tradiciones navideñas.

"No siempre digo lo que pienso pero casi siempre pienso lo que digo."

Cotillón.
(Del fr. cotillon, aum. de cotte).
1. m. Fiesta y baile que se celebra en un día señalado como el de fin de año o Reyes.
2. m. Danza con figuras, y generalmente en compás de vals, que solía ejecutarse al fin de los bailes de sociedad.
3. m. Baile de sociedad en que al final se ejecutaba tal danza.

Estos días de fiesta me gusta salir de los primeros a la calle. Suele estar casi vacía y caminar cuando rompe el día es extremadamente agradable.

Hoy casi no había nadie. Normal, es Navidad y ésta fiesta nadie madruga salvo yo y los dueños de perros que, puntual y obligatoriamente, los sacan, más que de paseo, a vaciar la vejiga y los productos intestinales. Ese vaciado peristáltico programado al que les hemos acostumbrado los humanos educando sus reflejos y condicionándolos. 

Así, caminando sin rumbo, sin poder entretenerme en curiosear a personas, como no puedo estar sin leer (como cuando de niño leía el bote de Nesquik o las latas de conserva), me he dedicado a ojear carteles y me han llamado la atención los que anuncian la fiesta de fin de año con el lema "New Year's Eve" y no sólo los de discotecas y fiestas modernas, incluso aparecen en los que anuncian eventos organizados por la superioridad. Esos mismos que se empeñan en defender el idioma y las tradiciones y las vapulean cuando les conviene. Quizás es que han planeado esta fiesta para atraer a los turistas, para que sea emitida y loada por los noticiarios globales, para que parezca un "lipdub" en "Youtube" y, claro, como no entienden castellano y mucho menos catalán, utilizando el inglés les convocamos y demostramos nuestra universalidad. Eso o es que alguien se ha olvidado de los términos "Verbena", "Revetlla" (¡Que bonito en catalán! Por cierto), "Cotillón" o simplemente "Fiesta". Creo que éste último también lo hubieran entendido los foráneos.

Total, todo para reunir a un montón de personas secretando líquidos corporales, bailando como si tuvieran un ataque epiléptico, excretando abundantes hormonas, dispuestos a aparearse, en realidad a actuar en respuesta a estímulos condicionados por los poderosos, por los que se enriquecen y los miran de lejos sonriendo, mientras saltan y corren, se huelen y lamen. Esos que nos controlan con sus correas bien atadas a nuestros cuellos. Se deben creer dioses... Quizás lo son. Son esos mismos que cuidadosamente cuando les conviene recogen nuestros excrementos y nos arrean latigazos si no nos comportamos según lo determinado.

También deben ser ellos los que han decidido que hoy estén abiertas, y bastante llenas, todas las floristerías y ofrezcan a diestro y siniestro esa planta roja llamada "poinsettia" que ahora se utiliza para celebrar la Pascua. Una tradición claramente importada y hábilmente difundida, nada ancestral, que viene de adornos coloniales de iglesias y que poco a poco nos están obligando a seguir religiosamente. Y es que las plantas, flores y árboles siempre sugieren buenos sentimientos y ahí es donde picamos.

Volviendo a casa vuelvo a ver a los perros paseando a sus amos, sin siquiera imaginar como sería su comportamiento si fuera espontáneo y no acostumbrado a ser un acto reflejo controlado, si pudieran manifestar libremente lo que sienten o cagar en cualquier lado. Y pienso en mirarme al espejo al llegar a casa para ver si llevo el collar bien puesto y en procurar no incomodar a nuestros amos. La verdad es que tengo mis reflejos peristálticos puntualmente controlados y no tengo ganas de que me estrujen el pescuezo.

No os sorprenderá que os diga que no me gusta la Navidad, entre otras cosas porque muchos se comportan como borregos (algunos incluso como cerdos), simplemente siguen al de delante y hacen caso de las órdenes de los perros, comen cuando les dicen y defecan de forma controlada en las letrinas.

Benigno F.


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