Esta novela es un western de los buenos. Una historia de esas calificadas como crepusculares (No he sabido nunca porqué). Un western que se desarrolla en una estepa, en un desierto cualquiera de un pais indefinido. Sabemos o pensamos que es España por la nacionalidad del autor, pero podría ser en cualquier otro escenario. Una historia con héroes y villanos, aunque el triunfo de los héroes nos deja al final igual de helados que su fracaso.
Al principio, no parece más que la historia de un niño que huye de casa harto de su padre. Una de esas fugas traviesas que todos hemos planeado tras serias discusiones familiares. Entonces ¿Por qué tanto encono en la búsqueda? ¿Por qué tanto miedo? Porque miedo infantil e inquietud es lo que destila el texto desde el inicio. En realidad el relato es de cruda realidad, de esa que quita de forma violenta y despiadada el uniforme de niño, que hace tristes y sin sentido los juegos de esa tierna edad, que produce vergüenza, rencor y desespero, y deja marcas imborrables en las mentes.
El título de la novela transmite con fuerza lo que está por relatar: Una grandiosa historia digna de la calificación de obra maestra. Una obra extraordinaria para un guión cinematográfico, si alguien sabe o se atreve a interpretar las intenciones del autor y darle el cariz árido de los paisajes y los caracteres y pintarlo con ese conmovedor barniz de realidad que es tan difícil de ver en las películas a veces.
Todo eso transmite el autor en la novela con una prosa culta, bella, preciosista, con descripciones vívidas y a la vez metafóricas en las sensaciones que produce la visión de paisajes o el desarrollo de los acontecimientos. Poco o nulo diálogo, como corresponde a personas parcas en palabras a fuerza de soledad, de ausencia de necesidad de comunicación.
Un escrito brillante que recuerda a Delibes, a Cela, a Mc Carthy y, por supuesto, a Juan Rulfo, al que desde aquí ya hemos querido reivindicar.
Lo mejor: Extensión medida. La habilidad para manejar el lenguaje del autor. La carne de gallina que todavía tengo. Un montón de acotaciones en el texto:
“No eran testigos del paso del tiempo, sino que era el tiempo quien les debía a ellos su naturaleza”
“Una carrera más allá de la sombra de los juncos abortada por el sol y la tierra sedienta. Un esfuerzo inútil escrito en los suaves sedimentos arenosos.”
“Rastros deshidratados de suciedad que las olas habían alineado y que la evaporación había terminado por posar sobre el fondo. La brisa caliente del mediodía hacía rozar los juncos entre sí, esparciendo por los alrededores ecos de frágiles cascabeles de madera. Ásperas melenas agitándose como banderas de oración, pero sin caballos briosos, ni joyas, ni mantras. Reclamos tendidos al cielo que, en lugar de esparcir bendiciones, parecían convocar al sol para inmolarse con la ayuda de un cristal o de un rayo.”
Al principio, no parece más que la historia de un niño que huye de casa harto de su padre. Una de esas fugas traviesas que todos hemos planeado tras serias discusiones familiares. Entonces ¿Por qué tanto encono en la búsqueda? ¿Por qué tanto miedo? Porque miedo infantil e inquietud es lo que destila el texto desde el inicio. En realidad el relato es de cruda realidad, de esa que quita de forma violenta y despiadada el uniforme de niño, que hace tristes y sin sentido los juegos de esa tierna edad, que produce vergüenza, rencor y desespero, y deja marcas imborrables en las mentes.
El título de la novela transmite con fuerza lo que está por relatar: Una grandiosa historia digna de la calificación de obra maestra. Una obra extraordinaria para un guión cinematográfico, si alguien sabe o se atreve a interpretar las intenciones del autor y darle el cariz árido de los paisajes y los caracteres y pintarlo con ese conmovedor barniz de realidad que es tan difícil de ver en las películas a veces.
Todo eso transmite el autor en la novela con una prosa culta, bella, preciosista, con descripciones vívidas y a la vez metafóricas en las sensaciones que produce la visión de paisajes o el desarrollo de los acontecimientos. Poco o nulo diálogo, como corresponde a personas parcas en palabras a fuerza de soledad, de ausencia de necesidad de comunicación.
Un escrito brillante que recuerda a Delibes, a Cela, a Mc Carthy y, por supuesto, a Juan Rulfo, al que desde aquí ya hemos querido reivindicar.
Lo mejor: Extensión medida. La habilidad para manejar el lenguaje del autor. La carne de gallina que todavía tengo. Un montón de acotaciones en el texto:
“No eran testigos del paso del tiempo, sino que era el tiempo quien les debía a ellos su naturaleza”
“Una carrera más allá de la sombra de los juncos abortada por el sol y la tierra sedienta. Un esfuerzo inútil escrito en los suaves sedimentos arenosos.”
“Rastros deshidratados de suciedad que las olas habían alineado y que la evaporación había terminado por posar sobre el fondo. La brisa caliente del mediodía hacía rozar los juncos entre sí, esparciendo por los alrededores ecos de frágiles cascabeles de madera. Ásperas melenas agitándose como banderas de oración, pero sin caballos briosos, ni joyas, ni mantras. Reclamos tendidos al cielo que, en lugar de esparcir bendiciones, parecían convocar al sol para inmolarse con la ayuda de un cristal o de un rayo.”
“Dos
alisos exhaustos agitaban hojitas lacias a unos metros de un carrizal,
en la orilla de lo que debió de ser una charca. Por un lado, una hilera
de fronda pálida crecida a lo largo de un surco se alejaba del mazo
principal como una púa sobre el llano.”
Lo peor: Que la historia podría ser perfectamente cierta. Que la violencia sólo desarrolla más violencia. Que no se puede razonar con la fuerza bruta, ni con la falta de bondad (que no de cultura). Que nunca seré capaz de escribir con la calidad con que lo hace este novelista.
Puntuación: 9/10
PD: Añado sugerencia para la banda sonora.
Benigno F.
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