Este libro hace más de un mes que lo leí y pese a que ha pasado un tiempo y la memoria cada vez es más débil, no olvido los personajes ni el argumento y eso es bueno. Me lo leí en apenas dos días y eso que es grueso, por lo que es ideal para lectores adictos (como yo) que necesitan dosis crecientes para liberarse de la abstinencia.
No me sorprende el buen gusto que me ha dejado. De este autor ya había leído y reseñado "El guerrero a lo sombra del cerezo" y lo había disfrutado mucho y como me quedé con ganas de más, he repetido.
El autor ha hecho bien su trabajo. Demuestra vasto conocimiento de los terrenos y tradiciones niponas y buena preparación del entorno histórico del siglo XVI. Aparentemente es una historia detectivesca en la que un sacerdote jesuita español (el Padre Ayala) es enviado a Japón para investigar unos asesinatos en las congregaciones. Allí tiene un pasado con el que se va a encontrar y en sus investigaciones se va a ver ayudado y protegido por un joven samurai. Lo menos importante es quién es el asesino, es una simple excusa para un relato de aventuras y de descubrimiento, absorbente, bien escrito y perfectamente hilado y muy bien rematado.
Habrá que ver como se desenvuelve el autor por otros derroteros para calibrar mejor su dimensión literaria. De momento, como escritor de entretenimiento, tiene grandes cualidades y vale la pena leerlo.
Benigno F.
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