Con algo de tristeza abandono esta saga y esta novela no desmerece en absoluto la calidad de las precedentes. Me da pena abandonar al personaje de Ripley para siempre (salvo relectura) que, sin morir, explícitamente, desaparece diluido entre as letras, igual que la vida de la autora nos dejó ya hace unos cuantos años..
Este novela final nos muestra a un Ripley más frágil, algo más temeroso, sufre por momentos amenazado por un personaje igualable en maquinaciones a él en los antiguos tiempos. Aún sabiendo de su maldad, el lector se decanta fácilmente por el personaje principal (privilegios de los guapos) y se llena de desprecio para el que, en cierto modo, es su alter ego.
Su némesis lo acosa en su casa, en sus vacaciones e incluso tiene la osadía de invitarle merendar y desafiarle abiertamente. Su finalidad es descubrir los crímenes pasados de Ripley y para ello utiliza todo tipo de artimañas compinchado con algunos personajes de novelas precedentes con los que Ripley tiene cuentas pendientes, incluso llega a recuperar de un río el cuerpo de un asesinado en otra novela. No hay motivo alguno para su inquina, simplemente le gusta perjudicar., es casi igual de desalmado que Ripley en su anterior vida. Seguramente ese detalle es el que establece diferencias con nuestro apreciado Thomas.
Por supuesto, Ripley responde con astucia y con maldad equiparable, pero eso al lector no le incomoda, incluso acepta los daños colaterales que produce su respuesta, y finalmente, Ripley sale con la suya.
Un excelente final, tanto de la novela como de la serie que inició la autora en los años cincuenta y finalizó en los años noventa, pero al leerla parece un continuo separado por relativamente poco tiempo entre las tramas, dejando un personaje de esos que persistirá durante muchos años en la mente del lector.
Benigno F.
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