Ya tocaba meterme con algo de literatura de verdad y este libro del guatemalteco Eduardo Halfón la desprende por todos los costados. Este escritor es un vagabundo, un apátrida, una persona de esas con raíces pero sin tierra donde enterrarlas.
Nieto de un judío que estuvo en Auschwitz, se crió inicialmente en Guatemala y de allí a los Estados Unidos con apenas diez años. Acostumbrado a hacer las maletas con frecuencia, se inició tardía y obsesivamente en la literatura y ha sido distinguido con varios premios. Por lo léido, parece que los merece.
Esta novela, que me he leído en apenas dos días, relata su estancia en un campamento para judíos en Guatemala y nos demuestra que no son necesarias cientos de páginas para transmitir, que tampoco hacen falta frases grandilocuentes para emocionar y que es fácil penetrar en la epidermis del lector solo siendo sincero y contando cosas que puedan parecerse a la realidad.
"La anestesia es como el opio, me volvió a decir, y usted, señor, durante una horas no tendrá problema alguno en la vida".
Obviamente, estamos ante un escritor lleno de dudas en la vida (¿Y quién no lo está?) y que nos las manifiesta de forma tranquila y sincera, y por eso, consigue traspasarnos, porque siempre encontramos algo que compartimos con él.
"Hay sueños que dejan un sabor. Hay sueños que ya jamás nos abandonan, como si continuásemos dormidos soñándolos durante el resto de nuestra vida."
Vamos, que es de lo mejor que he leído últimamente. Me parece que tendré que ponerme con sus otras obras.
Benigno F.
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