Este libro lo compré después de leer una reseña que lo ponía a gran altura, no sabía que lo iba a leer durante esta cuarentena, que lo iba llevar arriba y abajo entre visitas al hospital y a mi madre, ni siquiera sabía que relataba la historia de un ermitaño, de un aislado, una víctima de confinación voluntaria que aparentemente podría ser una experiencia reveladora hacia la sabiduría. Eso me parecía cuando empecé la obra que se inicia como un tiro, de forma excelente en su primer tercio, con un capítulo a modo de prólogo en un entorno que me hizo pensar en Jack London o en el más reciente "El Terror" de Dan Simmons, incluso con toques de Dickens en esos primeros capítulos cuando nuestro protagonista inicia su viaje en barco tras perder a su hermano.
Primera sorpresa en la portada ("Traducción de Jon Bilbao" quién se come una "sabia dulce" procedente de una planta), un libro traducido de un autor con nombre y apellidos hispánicos, nuestro autor nació en Buenos Aires, se crió en Estocolmo y ahora vive en Estados Unidos, concretamente en Nueva York.
La portada anuncia un "western" (tiene todo lo necesario, buscadores de oro, indios y caravanas) y en cierto modo lo es, pero cualquier parecido con Cormac McCarthy y su "Meridiano de sangre" es pura coincidencia y cualquiera que busque algún paralelismo con algún autor sudamericano de renombre se va a llevar una decepción. Este escritor conoce muy bien su trabajo, ha tejido un relato con todos los parámetros perfectamente ajustados, personajes, escenarios, diálogos (escasos), más bien soliloquios del protagonista, giros argumentales, acción, en fin todos ingredientes perfectamente medidos y usados. La receta infalible para llegar a todos los públicos.
El tercio inicial de la novela es sencillamente extraordinario, los dos tercios restantes adolecen de dos defectos: la personalidad del protagonista se va diluyendo de poderoso en el prólogo, curioso, inteligente y en crecimiento en la continuación a esquivo, acobardado, en algún momento un poco minusválido en la madurez. Los diferentes acontecimientos también van perdiendo poco a poco relevancia y todo queda reducido a la omnipresencia de Hawk (el protagonista, en realidad Hakan) y ese decrecimiento del personaje, con ocasionales renacimientos, produce algo de abulia en la lectura. El autor incluso se repite en la descripción de las características físicas en deterioro de Hakan y casi las repite en muy pocas páginas con idénticas palabras, quizás nos ha estado describiendo a un paciente con acromegalia (no lo creo) y por eso sigue creciendo dentro de ese deterioro, pero pese a su desnutrición, depresión y asilamiento, sigue siendo extraordinariamente fuerte en los momentos necesarios (casi un Hércules, diría yo). En definitiva, el personaje pierde claramente credibilidad, sobrevive de forma milagrosa y eso en una obra (aparentemente) realística invita ocasionalmente al bostezo y a saltar páginas y párrafos. La novela se inunda de "calma chicha" en su parte final y se resuelve de una forma un poco apresurada, pierde la fuerza del inicio cuando vuelve a él de forma leve, poco elevada. Reconozco que a medida que retornaba a Clangston ansiaba ese reencuentro con esa mujer extraña que lo tiene esclavizado o ese relato de su viaje a Alaska, todo ello resulta frustrado.
Pese a mis peros, es una muy buena obra y estoy seguro que a muchos les encantará (a mí me ha gustado), pero cuando la miras con la lupa al acabarla, debido a esa frenada lenta en la acción, a esos cambios en los tiempos metidos con calzador en algunos momentos y que no tienen ningún tipo de interés, a ese anquilosamiento que coincide con el deterioro de músculos y articulaciones del protagonista que no parece nada aparente cuando comienza el libro y retrocedes por analepsis para revisar los hechos que han conducido a tan explosivo y aventurero comienzo.
Supongo que parte de mi decepción es que esperaba algo tipo "El hombre en una tierra salvaje" o "Las aventuras de Jeremiah Johnson" y me he encontrado con un sucedáneo, de buena calidad pero sin suficientes quilates para obtener la etiqueta de la eminencia.
Benigno F.
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