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Carta de un gruñón a un cómico

Muchacho en que lio te has metido con tu carta a un conocido escritor y rezongón. Y es que nunca mejor dicho lo de “zapatero a tus zapatos” y lo tuyo es lo cómico y no la fina crítica o la ironía que son cosas muy diferentes. Pero parece que nadie te ha avisado y tú piensas que sátira es lo mismo que burla o sarcasmo y te metes en camisas de once varas. Pero claro, tú simplemente haces lo mismo que el susodicho escritor, escribes una columna en un periódico para ganarte unas “perras” y eso resulta muy honorable, pero hay que tener cuidado porque puedes recibir de tu propia medicina.

Pero claro, meterse con él mola, es “cool” que dicen hoy en día algunos aquejados de falta de desarrollo cortical (sarcasmo ofensivo), porque el escritor es un hombre, para más señas (creo) heterosexual, académico, con poco pelo, un poco (o bastante) pedante, cierto éxito (envidiable), aparentemente retrógrado (no me atrevería a calificarlo de derechas) y, por supuesto, del Madrid. Así que es un hombre marcado por los posmodernos y se le puede criticar incluso sin leer lo que ha escrito o dicho, solo con el titular o de oídas.

Así que tú, viéndolo claro, al descubrir que este señor toca todos los iconos sobre los que muchos basan su ideología hoy en día, no has podido resistirte cuando ha opinado (porque sólo ha hecho eso) sobre Gloria Fuertes, poeta que entre otras cosas fue mujer, lesbiana y pobre, indicando que le “resulta imposible suscribir el mandato de que era una gran poeta”. ¿Cómo se le ocurre tamaña ofensa?

Entonces, tú, como careces de argumentos culturales, literarios u opinativos, decides atacar por el flanco y te haces el simpático recomendándole “un abrazo” y (lo peor) ofreciéndote a dárselo pagando él las copas (actitud poco educada en mi humilde opinión).

Ante esa opción tuya se me ocurren varias interpretaciones y comentarios, siempre desde el “buen rollito” y el “colegueo” que podemos tener entre los cachondos redomados como resulta ser mi caso y creo que también el tuyo.

En primer lugar, un comentario ¿Tú crees que a este buen señor le gusta ser conocido por ser un gruñón (entrañable, pero gruñón) y por eso suele ser crítico en sus apreciaciones? A todos nos encantaría ser populares y muy queridos (tú incluido) pero no siempre es posible. En la vida cuando se opina sinceramente se pierde popularidad. Suele pasar como a los maestros, los más populares no suelen ser los que más suspenden, aunque lo hagan de forma justa y cumplan escrupulosamente con su trabajo. A veces hay que dejar pasar el tiempo para, con perspectiva, juzgar a alguien.

Ahora vamos con las interpretaciones. Simplemente si cambiáramos el nombre y el género (pongo género porque sé que eres de los que les gusta mucho esa etiqueta) de la persona a la que diriges tu artículo. Pongamos por ejemplo que lo sustituyes por Elvira Lindo o Rosa Montero, dos opinadoras que a veces también pueden ser un poco cascarrabias. Menudo lío se hubiera montado, que si machista, que ¿cómo te atreves?, ¿les estás llamando “mal folladas”? No quiero ni imaginármelo, pero es probable que él, en su estado permanente de ogro gruñón, haya interpretado como ese el sentido que adquieren tus primeras frases, condescendientes con el criticado y dando a entender eso, que el hombre es poco querido y por ende poco o “mal follao”. Ya sé que esta es una interpretación maliciosa, pero no me negarás que cachonda y ocurrente, que tú estabas más por el tema zen y todo eso de lo bien que hace un abrazo, esa corriente de energía y bienestar tranquilizador que transmite y blablablá.

Vamos con otra interpretación, en este caso nada políticamente correcta, pero estamos de buen rollo y nos lo podemos decir todo y por eso me “vengo parriba”. Desconozco tu inclinación sexual (y no me importa), pero ¿No le estarás tirando los tejos? Al fin y al cabo, es un madurito de buen ver y quizás anda todavía perdido buscando su placer carnal y ¿por qué no ponerlo “mirando pa Cuenca” o “pa Albacete” (que al fin y al cabo tu eres de allí)? Porque con todo eso del abrazo y quedar para “merienda cena” (pagando él, claro) parece una excusa para quedar y vete a saber que más. Si esta no es tu opción sexual, nuevamente te recomiendo que cambies el nombre de la persona por el de una mujer y el sentido podría ser el mismo. Vamos, otra vez al “paredón” arrastrado por el mismo coro vociferante que ha aplaudido tu escrito.

Finalmente (otra fina ironía, sarcástica y retrógrada), tienes suerte de que vivimos en el siglo XXI, en otra época, tus comentarios mal interpretados podrían haber sido objeto de reto a duelo con padrinos incluidos, probablemente con mal resultado para tu cuerpo, o simplemente de la recepción de “dos vulgares hostias”. Es que, ya sabes, la gente gruñona, cuando siente ofendido su honor malinterpretando palabras cariñosas, a veces se pone violenta. Son cosas de las hormonas ¿Sabes?

Por suerte, este caballero, como es “pijo”, académico y educado no se dignará ni a mirarte, probablemente ni en contestarte y, mucho menos en tocarte, aunque sólo sea para ese abrazo.

Bueno, no te doy más la matraca, sólo es que andaba yo aburrido y he pensado que como nadie me paga para escribir, puedo redactar lo que me dé la gana y como me considero (¡esa soberbia!) ocurrente y simpático y, en realidad, te tengo envidia porque me gustaría tener (como tú) una multitud de seguidores que me rían las gracias y me den palmaditas en la espalda y quizás algo más (es que tengo una imaginación desbocada), pues me he puesto a escribir esto sin ningún propósito u objetivo (diríase) que hacer un poco de broma y reírnos un rato (imaginario codazo suave en la cintura de colegas).

Igual lo que me pasa es que como el escritor, soy un puñetero (entrañable) cascarrabias, y me jode cuando alguno de mis congéneres es tomado como cabeza de turco. Seguramente tienes razón y necesito un buen abrazo, con mucho cariño y unas copas… pagas tú por supuesto que creo tienes mejor sueldo.

Me despido con un cariñoso Fernando Fernán Gómez (otro sarcasmo con mala leche. Mucha).


PD: A mí no me gusta especialmente ese señor como escritor, no lo defiendo como adepto sino como colega refunfuñón perteneciente, como yo, al gremio internacional de cascarrabias.

Benigno F. en colaboración con Eutiquio Sobrado

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