Este me lo compré en edición de "bolsillo". Eufemismo para un libro de mil y una páginas exactas. Lo tenía en la biblioteca desde hace por lo menos un año y no me atrevía con él porque lo veía poco manejable.
Al final me he puesto con él y durante casi dos semanas he andado extraviado por el País Vasco a principios del siglo pasado, entre sagas familiares, costumbrismo, tradiciones, lucha de clases y nacionalismos contados por diversos narradores, cada uno con su punto de mira (muchas veces desviado). Está claro que Ramiro Pinilla se tomó mucho trabajo para esta narración (Yo diría que vista su biografía, toda una vida) obteniendo un extraordinario resultado.
El inicio de la obra es casi trepidante, el dramatismo de la historia se eleva de forma rápida, nos situamos de inmediato en la acción, las intrahistorias resultan muy interesantes y a mí me dejó prácticamente embelesado. Todo perfectamente tejido, increíblemente estudiado, dando pasos hacia una dirección incierta para el lector, pero que aparenta muy bien encaminada. Tras quinientas páginas extraordinarias, la trama empieza a presentar lagunas, oquedades inexplicadas, algunas de ellas (en mi opinión) muy importantes para dar relevancia final a todo lo relatado. Eso, poco a poco le va pesando a las palabras y por momentos se hacen excesivas y algunas veces demasiado livianas.
El final de la novela parece escrito de forma algo apresurada, como si la calma con que se había tomado el autor el relato en un principio le hubiera abandonado, como si se hubiera dado cuenta que con ese tremendo número de páginas se había pasado. Así ese último capítulo donde todo debería haber quedado finalmente enlazado queda resuelto de forma casi telegráfica, con demasiadas medias palabras y con un final en el que la moraleja queda emborronada por la historia de una cacería de llamas, unos duelos entre hermanos y la aparición de un animal híbrido y un mestizo. Entre líneas todo se adivina pero le falta firmeza y no resulta fácil llegar a conclusiones.
Al acabarlo he comparado el libro con algunas comidas en restaurantes vascos: Excelente materia prima, cocina sencilla, tradicional y sumamente efectiva. Demasiados llenos los platos, los postres un poco dulces y (salvo que seas vasco) un serio empacho aunque con los días deja un grato recuerdo y ganas de repetir aunque tomando precauciones antes.
Por si no se me entiende. Pinilla es uno de los grandes, hay que leerlo, pero conviene ir bien preparado para digerir tanto plato (Y hacer músculo para sostener el peso del libraco).
Benigno F.
Al final me he puesto con él y durante casi dos semanas he andado extraviado por el País Vasco a principios del siglo pasado, entre sagas familiares, costumbrismo, tradiciones, lucha de clases y nacionalismos contados por diversos narradores, cada uno con su punto de mira (muchas veces desviado). Está claro que Ramiro Pinilla se tomó mucho trabajo para esta narración (Yo diría que vista su biografía, toda una vida) obteniendo un extraordinario resultado.
El inicio de la obra es casi trepidante, el dramatismo de la historia se eleva de forma rápida, nos situamos de inmediato en la acción, las intrahistorias resultan muy interesantes y a mí me dejó prácticamente embelesado. Todo perfectamente tejido, increíblemente estudiado, dando pasos hacia una dirección incierta para el lector, pero que aparenta muy bien encaminada. Tras quinientas páginas extraordinarias, la trama empieza a presentar lagunas, oquedades inexplicadas, algunas de ellas (en mi opinión) muy importantes para dar relevancia final a todo lo relatado. Eso, poco a poco le va pesando a las palabras y por momentos se hacen excesivas y algunas veces demasiado livianas.
El final de la novela parece escrito de forma algo apresurada, como si la calma con que se había tomado el autor el relato en un principio le hubiera abandonado, como si se hubiera dado cuenta que con ese tremendo número de páginas se había pasado. Así ese último capítulo donde todo debería haber quedado finalmente enlazado queda resuelto de forma casi telegráfica, con demasiadas medias palabras y con un final en el que la moraleja queda emborronada por la historia de una cacería de llamas, unos duelos entre hermanos y la aparición de un animal híbrido y un mestizo. Entre líneas todo se adivina pero le falta firmeza y no resulta fácil llegar a conclusiones.
Al acabarlo he comparado el libro con algunas comidas en restaurantes vascos: Excelente materia prima, cocina sencilla, tradicional y sumamente efectiva. Demasiados llenos los platos, los postres un poco dulces y (salvo que seas vasco) un serio empacho aunque con los días deja un grato recuerdo y ganas de repetir aunque tomando precauciones antes.
Por si no se me entiende. Pinilla es uno de los grandes, hay que leerlo, pero conviene ir bien preparado para digerir tanto plato (Y hacer músculo para sostener el peso del libraco).
Benigno F.
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