El ejemplar que tengo de este libro es una edición antigua producto del "book crossing", una edición del "Círculo de lectores" con ese color característico de las páginas que han estado al sol y sujetas a las inclemencias del tiempo. Pese a ello, esas páginas parecen haber sido leídas pocas veces, quizás un par antes de llegar a mis manos.
La obra es de otro tiempo, de 1932, cuando hablar de toros yo pensaba que no estaba mal visto. Al parecer en esa época ya presentaba las mismas críticas, los mismo argumentos por uno y otro bando no se han renovado en absoluto.
Pensaba que iba a ser un relato novelesco relacionado con el mundo taurino y ha resultado ser un tratado. Un tratado para entendidos. Lo he comparado con el de Gregorio Corrochano (contemporáneo de esa época) y está a un nivel parecido.
Quizás por eso no me ha parecido especialmente meritorio, salvo cuando el autor se iba por los cerros de Úbeda y nos contaba una historia en paralelo. El resto, la descripción de las partes de la lidia, de los pases, de sus trampas y secretos, incluso la descripción de la emoción que produce (sí, emoción) no me han resultado nuevas.
Aún así, reúne algunas reflexiones interesantes que emergen como el que no quiere la cosa entre muletas y capotes. Sólo por eso ha valido la pena.
"No olvidéis esto: todos los malos escritores están enamorados de la lírica"
Todo lo que sale en la obra es anacrónico, fuera de sitio (para muchos), salvo que demuestra claramente de que va la lidia y eso no cambia, va de algo tan cotidiano como la vida y la muerte en apenas un cuarto de hora. Un plazo breve, pero suficiente para meditar, tan breve que queda detenido cuando se vuelve a abrir la puerta de los corrales y se reinicia (igual que la vida) con la salida de un nuevo toro a la arena.
"Ponga usted a un escritor en situación de hablar de palabras y continuará hablando hasta que se vea usted harta y tenga deseos de que se muestre más hábil empleándolas y haga menos sermones sobre su significado."
El propio autor reconoce que lo que ha escrito no es un libro y que ojalá lo fuera, sólo son impresiones, pensamientos y recuerdos sobre eso a lo que algunos llaman equivocadamente fiesta.
"Señora, es una palabra muy antigua y cada cual la toma como nueva y acaba por gastarla. Es una palabra que se llena de significación, como se hincha una vejiga de aire, y el sentido se escapa de ella con la misma velocidad. Se la puede pinchar como se pincha una vejiga y echarle un remiendo e hincharla de nuevo. ... Todo el mundo habla del amor, pero todos los que lo han probado llevan la marca, y yo no querría hablar más de esto, porque de todas las cosas que conozco, es la más ridícula para hablar, y sólo los imbéciles se atreven a hablar de ella repetidas veces."
Lo he leído fácil, con gusto, me ha dejado sabor añejo y de añoranza y de aroma de boñiga de vaca y de silencio solo roto por los gritos de los vencejos. También me he encontrado en su interior una carta antigua de una baraja, un siete de oros, usado para marcar el paso de las páginas. Alguien pasó por aquí antes y pensó y dudó y marcó algunas páginas.
"No, todo esto no es suficiente para formar un libro, pero tenía que contar algunas cosas, aunque queden todavía muchas cosas vividas por contar."
Benigno F.
La obra es de otro tiempo, de 1932, cuando hablar de toros yo pensaba que no estaba mal visto. Al parecer en esa época ya presentaba las mismas críticas, los mismo argumentos por uno y otro bando no se han renovado en absoluto.
Pensaba que iba a ser un relato novelesco relacionado con el mundo taurino y ha resultado ser un tratado. Un tratado para entendidos. Lo he comparado con el de Gregorio Corrochano (contemporáneo de esa época) y está a un nivel parecido.
Quizás por eso no me ha parecido especialmente meritorio, salvo cuando el autor se iba por los cerros de Úbeda y nos contaba una historia en paralelo. El resto, la descripción de las partes de la lidia, de los pases, de sus trampas y secretos, incluso la descripción de la emoción que produce (sí, emoción) no me han resultado nuevas.
Aún así, reúne algunas reflexiones interesantes que emergen como el que no quiere la cosa entre muletas y capotes. Sólo por eso ha valido la pena.
"No olvidéis esto: todos los malos escritores están enamorados de la lírica"
Todo lo que sale en la obra es anacrónico, fuera de sitio (para muchos), salvo que demuestra claramente de que va la lidia y eso no cambia, va de algo tan cotidiano como la vida y la muerte en apenas un cuarto de hora. Un plazo breve, pero suficiente para meditar, tan breve que queda detenido cuando se vuelve a abrir la puerta de los corrales y se reinicia (igual que la vida) con la salida de un nuevo toro a la arena.
"Ponga usted a un escritor en situación de hablar de palabras y continuará hablando hasta que se vea usted harta y tenga deseos de que se muestre más hábil empleándolas y haga menos sermones sobre su significado."
El propio autor reconoce que lo que ha escrito no es un libro y que ojalá lo fuera, sólo son impresiones, pensamientos y recuerdos sobre eso a lo que algunos llaman equivocadamente fiesta.
"Señora, es una palabra muy antigua y cada cual la toma como nueva y acaba por gastarla. Es una palabra que se llena de significación, como se hincha una vejiga de aire, y el sentido se escapa de ella con la misma velocidad. Se la puede pinchar como se pincha una vejiga y echarle un remiendo e hincharla de nuevo. ... Todo el mundo habla del amor, pero todos los que lo han probado llevan la marca, y yo no querría hablar más de esto, porque de todas las cosas que conozco, es la más ridícula para hablar, y sólo los imbéciles se atreven a hablar de ella repetidas veces."
Lo he leído fácil, con gusto, me ha dejado sabor añejo y de añoranza y de aroma de boñiga de vaca y de silencio solo roto por los gritos de los vencejos. También me he encontrado en su interior una carta antigua de una baraja, un siete de oros, usado para marcar el paso de las páginas. Alguien pasó por aquí antes y pensó y dudó y marcó algunas páginas.
"No, todo esto no es suficiente para formar un libro, pero tenía que contar algunas cosas, aunque queden todavía muchas cosas vividas por contar."
Benigno F.
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