No sé como llegué a este autor. Ni idea de dónde oí hablar de él. Solo sé que el libro estaba bien de precio y el escritor tiene cierto prestigio, así que me lo compré. Buena decisión.
Como siempre la contraportada es engañosa, palabrería de feriante que va en carromato entre pueblo y pueblo vendiendo tónico capilar o fórmulas para mantenerse joven y vigoroso. Puro fuego de artificio. ¿Quién debe escribirlas? Si uno hace caso a la contraportada se trata de una novela de espías con "un ingenioso y perverso juego de muñecas rusas que atrapa y sorprende al lector con sucesivas vueltas de tuerca". Oye, un consejo al de la editorial: que el que escribe esto por lo menos la lea y... guardarle la botella de orujo que igual da algún chupito de más.
Porque la historia no tiene apenas nada de las características atribuidas habitualmente a las de espías: suspense 0; acción -1; misterio -2. Pero eso no quiere decir que no sea buena, sólo que no es de ese género. La aparición de una agencia de espionaje (Tipo la TIA, pero como es británica te la tomas en serio) sólo es una excusa del escritor para hablarnos de la vida, de las relaciones, del amor y de la escritura.
El relato empieza por el final, ya sabemos aparentemente como acaba. El autor escribe como si fuera una mujer y eso no lo hace cualquiera. Yo la verdad no me he dado ni cuenta hasta el magistral golpe de efecto final. Bello, incluso esperanzador entre ese gris de las oficinas de ministerios sin ventanas y mal ventiladas, repletas de papeles, archivadores y burocratas y exentas de la emoción del servicio secreto, pero llenas de la que utiliza la protagonista para relacionarse con la vida.
La operación secreta es lo de menos del texto, sólo está de relleno, lo mejor son las pequeñas historias y cuentos incrustados en medio, el proceso de transformación y de crecimiento de la protagonista entre sus dudas y certezas, la solidez de los personajes supuestamente secundarios pero cualquiera de ellos podría protagonizar otra novela y, la recreación excelente de ese medio ambiente neblinoso de los setenta en plena crisis británica sin apenas otra tecnología que las máquinas de escribir y las cabinas de teléfonos. La atmósfera viciada de los conciertos y bares y los destellos de una historia de amor tan firme y cierta como poco sensiblera. Las puntualizaciones políticas e históricas adornan perfectamente la tarea.
Sólo un fallo (o a mí me lo parece). La pareja protagonista comenta su gusto por el libro "El nadador en el mar secreto" de William Kotzwinkle, lo cual es una anacronía con la historia. Si no me equivoco este libro se publicó en 1975 y la acción se desarrolla entre 1972 y 1974. Pero hasta eso estoy convencido que el autor lo ha utilizado como una treta más para aguzar los sentidos del lector, para evitar el tedio y hacerle insistir hasta el gran final de la historia.
Beningno F.
Como siempre la contraportada es engañosa, palabrería de feriante que va en carromato entre pueblo y pueblo vendiendo tónico capilar o fórmulas para mantenerse joven y vigoroso. Puro fuego de artificio. ¿Quién debe escribirlas? Si uno hace caso a la contraportada se trata de una novela de espías con "un ingenioso y perverso juego de muñecas rusas que atrapa y sorprende al lector con sucesivas vueltas de tuerca". Oye, un consejo al de la editorial: que el que escribe esto por lo menos la lea y... guardarle la botella de orujo que igual da algún chupito de más.
Porque la historia no tiene apenas nada de las características atribuidas habitualmente a las de espías: suspense 0; acción -1; misterio -2. Pero eso no quiere decir que no sea buena, sólo que no es de ese género. La aparición de una agencia de espionaje (Tipo la TIA, pero como es británica te la tomas en serio) sólo es una excusa del escritor para hablarnos de la vida, de las relaciones, del amor y de la escritura.
El relato empieza por el final, ya sabemos aparentemente como acaba. El autor escribe como si fuera una mujer y eso no lo hace cualquiera. Yo la verdad no me he dado ni cuenta hasta el magistral golpe de efecto final. Bello, incluso esperanzador entre ese gris de las oficinas de ministerios sin ventanas y mal ventiladas, repletas de papeles, archivadores y burocratas y exentas de la emoción del servicio secreto, pero llenas de la que utiliza la protagonista para relacionarse con la vida.
La operación secreta es lo de menos del texto, sólo está de relleno, lo mejor son las pequeñas historias y cuentos incrustados en medio, el proceso de transformación y de crecimiento de la protagonista entre sus dudas y certezas, la solidez de los personajes supuestamente secundarios pero cualquiera de ellos podría protagonizar otra novela y, la recreación excelente de ese medio ambiente neblinoso de los setenta en plena crisis británica sin apenas otra tecnología que las máquinas de escribir y las cabinas de teléfonos. La atmósfera viciada de los conciertos y bares y los destellos de una historia de amor tan firme y cierta como poco sensiblera. Las puntualizaciones políticas e históricas adornan perfectamente la tarea.
Sólo un fallo (o a mí me lo parece). La pareja protagonista comenta su gusto por el libro "El nadador en el mar secreto" de William Kotzwinkle, lo cual es una anacronía con la historia. Si no me equivoco este libro se publicó en 1975 y la acción se desarrolla entre 1972 y 1974. Pero hasta eso estoy convencido que el autor lo ha utilizado como una treta más para aguzar los sentidos del lector, para evitar el tedio y hacerle insistir hasta el gran final de la historia.
Beningno F.
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