"Felices los amados y los amantes y los que pueden prescindir del amor."
Jorge Luis Borges.
"Fragmentos de un evangelio apócrifo"
Así comienza el próximo libro de Yasmina Reza y sobre ello le preguntan en una reciente e interesante entrevista en "El País". Sus reflexiones me parecen interesantes. "Asociar felicidad y amor es una auténtica estupidez" apostilla ella.
Inicialmente me siento fieramente de acuerdo. Imagino muchísimas muestras de esa felicidad solitaria. Parece claro que personas con cultura e inteligencia como Borges y ella es difícil que se equivoquen.
A medida que transcurren las horas comienza el trasiego de argumentos a favor y en contra. Cada vez, esas frases, me parecen más correspondientes al débil conformarse de los solitarios, de los no amados o no amantes. Parecen extractos de razonamientos surgidos cada vez que parece que algún solitario pasa a engrosar las filas de los acompañados.
Yo diría que ella solo parece tener razón, porque el ser humano es un animal de rebaño, de manada. Todos los hombres y hombras (o los mujeros y mujeras para ser más políticamente correcto) buscan el refugio del grupo. Ella insiste
en que no, que es un espíritu libre, pero ese rechazo lo hace (como muchos de los auto-aislados) desde su atalaya
fuertemente protegida por la sociedad y por todo lo que nos proporciona; y seguramente (también) desde una posición
económica preeminente. Porque con dinero (o sin necesitarlo) es fácil estar solo. Por eso hoy en día, la soledad se
promociona. Porque nos protegen fuerzas invisibles de la naturaleza y de las maldades. Así es fácil que se sobrevalore el disfrute en solitario, esa tendencia al aislamiento solo es posible porque confiamos ciegamente en un ángel de la guarda inexistente.
De todas maneras, en nuestra época, tanto el amor como el sexo están claramente sobrevalorados y su relación con la felicidad todavía más. Porque la ficción todo lo invade y parece que las películas y las novelas (de amor y sexo) son como la realidad.
Por eso, volviendo a la cita de Borges. Una
frase de un escritor no es más que una sucesión de palabras, un fragmento acotado
extraído de una entrevista, de un libro, o quizás sólo es parte del pensamiento de uno
de sus personajes. Que
lo diga Borges, Reza o Fontes no tiene importancia, de hecho no
significa nada. Cualquiera de ellos puede contradecirse mañana, incluso
no reconocerse en la frase pronunciada. Yo lo hago con frecuencia. El problema es que tienen que defender sus
frases ante las ráfagas de preguntas a las que se ven sometidos y al
final unas simples palabras se convierten en convicción.
También escribe Borges en el mismo libro: "El que matare por la causa de la justicia o por la causa que el cree justa no tiene culpa" y "Yo no hablo de venganzas ni de perdones; el olvido es la única venganza y el único perdón". No creo que sea necesario ningún ejemplo para estar en desacuerdo como reglas o leyes generales y sobre todo como evangelio y mandamientos.
Benigno F.
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