Reconozco que las novelas del siglo XIX y en especial las ambientadas en la época victoriana siempre me han resultado atractivas. Hay autores muy interesantes en ese período y éste que nos ocupa era uno de los que no conocía.
He finalizado la lectura con cierto sabor agridulce y con ciertas dudas. Por una parte estoy tentado en ser radical en las incisiones y manejarlo burdamente con las manos, por otra pienso en un tratamiento atraumático con pinzas que no dejen marcas. Esas mismas que están casi ausentes en sus páginas.
Lo que sucede es que: la obra está bien, el escritor conoce su oficio, consigue que el lector se haga una perfecta representación mental de personajes, circunstancias y ambientes. Además es breve. Incluso invita a reflexionar sobre algo tan antiguo como la responsabilidad, el honor, la lealtad y la obediencia. Pero no toma partido, lo hace con tal imparcialidad (incluso para mí indiferencia), que todo ese esfuerzo literario da la sensación de haber sido objeto de algún tipo de contrato. Quizá el escritor no se sintiera libre para expresar explícitamente algunos de los hechos en esa época o, lo que es más probable, la obra haya sido escrita como parte de una obligación, con la misión (lícita por supuesto) de dar de comer al autor y a los suyos.
De hecho, al leer sobre el autor he comprobado que tras su muerte se publicó una "Autobiografía" en la que se reconocía como "un buen funcionario" a la hora de escribir sus novelas. Que lo hacía siguiendo un método totalmente estudiado. Los mismos pasos técnicos repetidos una y otra vez con parecidos resultados. Supongo que por eso fue tan prolífico.
Pese a todo, tiene calidad. No se dedica a rellenar páginas de cualquier forma. Tiene propósito, invita a la reflexión. Aunque en nuestro caso al leerla en otra época, las actitudes, las situaciones y los argumentos nos parecen un poco superados. Los miramos un poco por encima del hombro, pero si nos paramos, veremos que son los mismos errores en diferentes escenarios.
Lo mejor: No se anda por las ramas. La hábil descripción de los pensamientos de los personajes.
Una frase: "Hay mujeres que...., siempre piensan que hay que castigar a la mujer por pecadora y que hay que ayudar al hombre a escapar. La dureza de corazón de tales mujeres, que quizá en todas las demás facetas de la vida sean afectuosas y de carácter dulce, es uno de los aspectos más sorprendentes de nuestro sistema social."
Lo peor: El autor no se acaba de mojar, deja al lector la discusión y conclusiones de los resultados.
Puntuación: 6,5/10
Benigno F.
He finalizado la lectura con cierto sabor agridulce y con ciertas dudas. Por una parte estoy tentado en ser radical en las incisiones y manejarlo burdamente con las manos, por otra pienso en un tratamiento atraumático con pinzas que no dejen marcas. Esas mismas que están casi ausentes en sus páginas.
Lo que sucede es que: la obra está bien, el escritor conoce su oficio, consigue que el lector se haga una perfecta representación mental de personajes, circunstancias y ambientes. Además es breve. Incluso invita a reflexionar sobre algo tan antiguo como la responsabilidad, el honor, la lealtad y la obediencia. Pero no toma partido, lo hace con tal imparcialidad (incluso para mí indiferencia), que todo ese esfuerzo literario da la sensación de haber sido objeto de algún tipo de contrato. Quizá el escritor no se sintiera libre para expresar explícitamente algunos de los hechos en esa época o, lo que es más probable, la obra haya sido escrita como parte de una obligación, con la misión (lícita por supuesto) de dar de comer al autor y a los suyos.
De hecho, al leer sobre el autor he comprobado que tras su muerte se publicó una "Autobiografía" en la que se reconocía como "un buen funcionario" a la hora de escribir sus novelas. Que lo hacía siguiendo un método totalmente estudiado. Los mismos pasos técnicos repetidos una y otra vez con parecidos resultados. Supongo que por eso fue tan prolífico.
Pese a todo, tiene calidad. No se dedica a rellenar páginas de cualquier forma. Tiene propósito, invita a la reflexión. Aunque en nuestro caso al leerla en otra época, las actitudes, las situaciones y los argumentos nos parecen un poco superados. Los miramos un poco por encima del hombro, pero si nos paramos, veremos que son los mismos errores en diferentes escenarios.
Lo mejor: No se anda por las ramas. La hábil descripción de los pensamientos de los personajes.
Una frase: "Hay mujeres que...., siempre piensan que hay que castigar a la mujer por pecadora y que hay que ayudar al hombre a escapar. La dureza de corazón de tales mujeres, que quizá en todas las demás facetas de la vida sean afectuosas y de carácter dulce, es uno de los aspectos más sorprendentes de nuestro sistema social."
Lo peor: El autor no se acaba de mojar, deja al lector la discusión y conclusiones de los resultados.
Puntuación: 6,5/10
Benigno F.
Esa "imparcialidad" es precisamente una de las características fundamentales de Trollope!! Él casi nunca se moja; deja que sea el lector quien tenga a bien decidir, tal vez porque al propio autor le daba miedo ir más allá de ciertos valores que tenía como firmes. Es un escritor excelente, que huye conscientemente de los "excesos" de Dickens. Saludos.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con tus apreciaciones. No tengo dudas sobre su excelencia y, efectivamente, carece de excesos, y esa linealidad es la que no alcanza a convencerme. Pero eso es sólo una apreciación personal.
EliminarGracias por pasar y comentar.