Hoy en día, las librerías son uno de los mejores sitios para ligar o por lo menos para entablar conversaciones con mujeres. Especialmente con las de mediana edad. Cada vez que entro en una para pasearme (interesante deporte que practico con frecuencia) constato que las (pocas) personas que por allí pululan son de ese género. Por lo tanto constituye un territorio de caza perfecto para un "depredador" con cultura (como es el caso). Es frecuente, por tanto, que se me acerque alguna de ellas con curiosidad para interrogarme, incluso lo ha hecho alguna dependienta y ahí yo largo raudo el lazo.
De hecho estoy empezando a pensar que ya sólo leen libros las mujeres. En el metro, en el autobús, en el tren, en las bibliotecas, ellas siempre son las que sostienen un libro, mientras los varones mantienen sus manos ocupadas con un diario depotivo, de noticias e incluso de tipo económico. Como mucho (rara vez) alguno maneja con poca habilidad unos apuntes de la Facultad. Excepcionalmente alguna "rara avis" lee una novela y nunca, insisto nunca, nadie lee un libro de texto. ¿De texto? ¿Qué es eso? Preguntan algunos estudiantes en la Facultad... ¡Un libro para estudiar!!!! ¡Hombre!!!!
La cultura literaria, poco a poco está quedando relegada a esas mujeres ya veteranas, porque las jóvenes, sólo leen los mensajes de su "smartphone". Otra especie en preocupante aumento. Se las distingue fácilmente en la hipertrofia de la falange distal de los pulgares, en la sonrisa tonta que asoma a su semblante constantemente y en la mirada fija en la pantalla.
Pronto dejaremos de hablar y sólo enviaremos mensajes. Tienen la gran ventaja de que no hace falta dar la cara, ni necesitan contacto físico, así se puede mentir más fácil, tampoco requieren ortografía, y por lo tanto no precisan de estudios, ni de lectura.
¡Mala suerte para los libreros! Y para los que acudimos a sus locales, aunque sea con aviesas intenciones. Pronto tendrán que cerrar. Pero ¿Qué importa? Al fin y al cabo todo está en Google o en la Wikipedia.
De hecho estoy empezando a pensar que ya sólo leen libros las mujeres. En el metro, en el autobús, en el tren, en las bibliotecas, ellas siempre son las que sostienen un libro, mientras los varones mantienen sus manos ocupadas con un diario depotivo, de noticias e incluso de tipo económico. Como mucho (rara vez) alguno maneja con poca habilidad unos apuntes de la Facultad. Excepcionalmente alguna "rara avis" lee una novela y nunca, insisto nunca, nadie lee un libro de texto. ¿De texto? ¿Qué es eso? Preguntan algunos estudiantes en la Facultad... ¡Un libro para estudiar!!!! ¡Hombre!!!!
La cultura literaria, poco a poco está quedando relegada a esas mujeres ya veteranas, porque las jóvenes, sólo leen los mensajes de su "smartphone". Otra especie en preocupante aumento. Se las distingue fácilmente en la hipertrofia de la falange distal de los pulgares, en la sonrisa tonta que asoma a su semblante constantemente y en la mirada fija en la pantalla.
Pronto dejaremos de hablar y sólo enviaremos mensajes. Tienen la gran ventaja de que no hace falta dar la cara, ni necesitan contacto físico, así se puede mentir más fácil, tampoco requieren ortografía, y por lo tanto no precisan de estudios, ni de lectura.
¡Mala suerte para los libreros! Y para los que acudimos a sus locales, aunque sea con aviesas intenciones. Pronto tendrán que cerrar. Pero ¿Qué importa? Al fin y al cabo todo está en Google o en la Wikipedia.
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