Y es que la (in)cultura es muy atrevida. La mayoría diríamos
que "Malos tiempos para la lirica" es el título de una original canción de “Golpes bajos” pero, en realidad, corresponde al de
un interesante poema de Bertold Brecht, un escritor alemán predecesor con mucho
de los músicos gallegos y que, en una época de crisis muy similar a la nuestra,
creó esas incómodas palabras.
Y es que es una lástima como nos apropiamos de las frases
ingeniosas de otro y, sin reconocerlo, las hacemos propias o de alguien más
próximo en historia, estilo y pensamiento.Y es que la cultura es tan inabarcable que lo mejor es no
creerse el más listo o perspicaz porque en pocos minutos aparecerá un clásico
(probablemente griego o romano) que ya había apuntado hacia la misma diana que
nuestra máxima más reciente.
Hoy en día esto abunda en internet y llevados por la
facilidad del “copiar y pegar” nos vemos tentados a adoptar la falsa piel del
individuo de vasta cultura y avispado verbo. Lo peor es que, en la mayoría de
los casos, se hace sin aviesas intenciones, sin crípticos significados,
simplemente por el hecho de destacar entre un montón de fotos, textos,
canciones y tonterías y que alguien accione el botón “me gusta” y se solidarice
de forma muda con nosotros y nuestras supuestas penurias.
La mayoría deberíamos volver al lenguaje llano, a ese
repleto de balbuceos, de dubitación. Al que realmente nos ronda la imaginación,
que nos rebota a los lados como en las cintas de un “pinball” y para que no se
nos note le damos ese golpe lateral tramposo que hace salir la bola de apuros
cuando está a punto de precipitarse por el agujero. Y de ahí surge esa frase
bella, de la que desconocemos su dueño, e incluso tendríamos serios problemas
para de forma coherente descifrar sus misterios, ni siquiera para acotarlos
entre comillas para reconocer que no son nuestros.
Lo dicho “Malos tiempos para la lírica”. Excelente tiempo
para el ingenio y la inspiración. (Eso lo digo yo, pero seguro que no es nuevo,
sólo hay que pegarlo en el buscador para verlo).
Esto de hacerse mayor y no tener regalos de Reyes es casi tan
triste como cuando de niño pones por primera vez los pies en el suelo. Ese día
que alguien malévolo (casi siempre otro niño) te dice que no es cierto, que no
existen, que es mentira. Yo diría que esa es nuestra decepción más primigenia,
nuestro primer llanto sincero. El primer descubrimiento del pecado original.
Benigno F.
Comentarios
Publicar un comentario