La realidad es que el personaje de Ripley va creciendo, a ojos del lector, en humanidad y disminuyendo en cuanto a inmoralidad a medida que avanzan las novelas. Esta cuarta novela, escrita veinticinco años después de la primera, es una clara muestra. Lo más probable es que el personaje también creciera en la mente de la escritora y fuera capaz de olvidar su pasado despreciable tras tantos años acompañándolo. Esto también pasa, a veces, con las personas que a fuerza de convivir, olvidan e incluso perdonan lo imperdonable. En esta cuarta entrega, Ripley apadrina a un joven que ha huido de su familia tras un hecho trágico. Muchas coincidencias consigo mismo y su pasado. Se convierte en mentor, defensor y protector, pero los vericuetos de la vida son insondables y algo de tragedia hay siempre en esta serie de novelas de Highsmith que nos hace poner los pies en el suelo. Desde mi punto de vista, las novelas de esta serie, no solo mantienen la calidad, sino que siguen creciendo ...