Una "novela oscura" más que una novela "negra" como anuncia la colección a la que pertence y con un título de color "blanco", pero toda la acción transcurre en la penunbra. En la penunbra de los pensamientos de algunos de los personajes que no aparentan estar muy cuerdos. Todos con demasiados pesos a cuestas, a ninguno le ha sido la vida leve.
El argumento es claramente policíaco. Hay un asesinato, pero los cosas no suceden como en las novelas de este género. Las investigaciones, tras exponer los hechos magníficamente y rodearlos de unos personajes que se nos antojan enormes en ese ambiente velado al que asistimos, van perdiendo el protagonismo del argumento. Poco a poco, lo de menos es el asesinato, ni siquiera importa en el final quién ha sido el ejectuor (no tardamos mucho en saberlo), ni los inductores. Lo enorme es toda la parte del iceberg que no asoma, sumergido, frío y blanco, incluso el protagonismo oscila entre el comisario Croce y el periodista Renzi (personajes recurrentes en el universo literario de Piglia) y las subyugantes gemelas y sus familiares. La historia sufre una mutación y transita por lo onírico, lo filosófico e incluso lo político, por supuesto en lo patológico y, como siempre, surge la miseria del ser humano encarnada en sus personajes, que no son ni buenos ni malos, sino todo lo contrario.
Son los 70 del siglo XX, pero podría ser cualquier otro momento histórico, la ambientación recuerda a un "western" crepuscular, sólo los datos históricos, usados como referencia, como brújula para poder orientarnos, nos resitúan en el sitio y tiempo adecuados.
Las notas al pie, nada menos que cuarenta y una, son otro contrapunto necesario, las referencias bibliográficas que nos anclan a la realidad, que evitan que salgamos volando.
Una novela que seguramente va a mejorar mucho con su relectura, con el subrayado tranquilo de sus frases. Una novela que no es de esas que te absorbe y que te obliga a seguir leyendo de forma constante (como otra que he acabado hoy), sino que te mantiene a raya, te da indicaciones de cuando tienes que hacer un alto para relamerte. No es fácil, no es barata, pero deja un regusto extraordinario. Nada que ver con la literatura de consumo que se lee sin pensar, que se engulle como la comida necesaria, y se olvida de inmediato.
Ahora, ya en la mesa, después de un intermedio necesario "Los casos del comisario Croce"... Seguiremos comentando.
Benigno F.
El argumento es claramente policíaco. Hay un asesinato, pero los cosas no suceden como en las novelas de este género. Las investigaciones, tras exponer los hechos magníficamente y rodearlos de unos personajes que se nos antojan enormes en ese ambiente velado al que asistimos, van perdiendo el protagonismo del argumento. Poco a poco, lo de menos es el asesinato, ni siquiera importa en el final quién ha sido el ejectuor (no tardamos mucho en saberlo), ni los inductores. Lo enorme es toda la parte del iceberg que no asoma, sumergido, frío y blanco, incluso el protagonismo oscila entre el comisario Croce y el periodista Renzi (personajes recurrentes en el universo literario de Piglia) y las subyugantes gemelas y sus familiares. La historia sufre una mutación y transita por lo onírico, lo filosófico e incluso lo político, por supuesto en lo patológico y, como siempre, surge la miseria del ser humano encarnada en sus personajes, que no son ni buenos ni malos, sino todo lo contrario.
Son los 70 del siglo XX, pero podría ser cualquier otro momento histórico, la ambientación recuerda a un "western" crepuscular, sólo los datos históricos, usados como referencia, como brújula para poder orientarnos, nos resitúan en el sitio y tiempo adecuados.
Las notas al pie, nada menos que cuarenta y una, son otro contrapunto necesario, las referencias bibliográficas que nos anclan a la realidad, que evitan que salgamos volando.
Una novela que seguramente va a mejorar mucho con su relectura, con el subrayado tranquilo de sus frases. Una novela que no es de esas que te absorbe y que te obliga a seguir leyendo de forma constante (como otra que he acabado hoy), sino que te mantiene a raya, te da indicaciones de cuando tienes que hacer un alto para relamerte. No es fácil, no es barata, pero deja un regusto extraordinario. Nada que ver con la literatura de consumo que se lee sin pensar, que se engulle como la comida necesaria, y se olvida de inmediato.
Ahora, ya en la mesa, después de un intermedio necesario "Los casos del comisario Croce"... Seguiremos comentando.
Benigno F.
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