Este escritor lo hacía bajo seudónimo, ahora ya da lo mismo saber que en realidad era William Huntington Wright, un escritor y crítico literario confinado en cama durante dos años en los años veinte del siglo pasado. Así se dedicó a estudiar y escribir. En ese tiempo creó al personaje protagonista de esta saga detectivesca que se inicia en esta novela, Philo Vance. Un individuo culto, casi aristocrático, extraordinariamente crítico con la sociedad americana moderna, probablemente un "alter ego" del escritor, pese a que él se otorga una presencia en la novela como narrador y empleado a sueldo de este detective aficionado que se empeña en enmendarle la plana a la policía, pero les ayuda a resolver los casos, especialmente para evitar culpar a inocentes.
"Un bombre que vive sin pasión, sin emoción, sin entusiasmo, ha de estallar forzosamente algún día..."
La novela tiene un aroma antiguo, a película en blanco y negro, de hecho lo fue en su día (uno de los actores que encarnó a Philo Vance fue Basil Rathbone), y eso la hace parecer poco original, pero eso solo es el tufillo de las páginas cuarteadas y enmohecidas de los años. Quizás es demasiado expositiva y casi exenta de acción, a veces el protagonista se va demasiado por las ramas haciéndose el "culto" (y eso suele mosquear porque lo que uno quiere es saber quién es el asesino). El autor introduce poco a poco a los personajes, casi por orden de posible culpabilidad, no da ni una pista, la investigación no ayuda nada a esos (como yo) que al poco de empezar la novela manifiestan: "Ya sé quién es el asesino", y a partir de ahí empieza una carrera para llegar al final y confirmar la hipótesis. Aquí no ha lugar a ello.
Se lee de forma absorbente y agradable. Hace pasar un buen rato. Seguramente no tiene la alta calidad de otros escritores posteriores, pero tiene el regusto agradable de los pioneros, y como no tiene posibilidad alguna de que nadie le rinda tributo, aquí me pongo yo a ello.
"Según la teroría democrática, si acumula usted en las urnas una suma lo bastante grande de ignorancia, el producto es la inteligencia; en la teoría de las pruebas circunstanciales, si se logra acumular un gran número de eslaobes débiles, la resultante es una cadena fuerte."
Pues no está nada mal para ir pensando algo más allá de quién es el asesino en una novela detectivesca.
Benigno F.
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