Este libro me ha tenido descolocado, incluso un poco trastornado durante las últimas semanas. No ha sido fácil leerlo, he dado muchos pasos hacia adelante y luego vuelto atrás. He sufrido un síndrome confusional agudo con algunos nombres. Con frecuencia perdía el hilo de la historia, olvidaba la trama. Si esa era la intención del autor: Lo ha conseguido. Más que describir los órganos de la memoria ha conseguido activar las áreas del olvido en mi encéfalo.
Pese a todo, al acabarlo, me he sentido satisfecho. Ha sido un tiempo bien empleado, he aprendido, he recordado y, por supuesto, también he olvidado. Por eso mismo no tengo claro un veredicto sobre el libro, no sé decir si es bueno o malo, sólo que me ha interesado.
"Lo mejor del olvido es volver a disfrutar como nuevas cosas antiguas que nos gustaron."
Benigno Fontes
Pese a todo, al acabarlo, me he sentido satisfecho. Ha sido un tiempo bien empleado, he aprendido, he recordado y, por supuesto, también he olvidado. Por eso mismo no tengo claro un veredicto sobre el libro, no sé decir si es bueno o malo, sólo que me ha interesado.
Lo
de que está estructurado como un tratado de Anatomía evidentemente es
una burda broma o una ignorancia. Faltan partes del cuerpo solo hay
estructura y no aparecen en ningún sitio sus cavidades y mucho menos sus cubiertas. Le falta el orden casi perfecto de nombres y descripciones detalladas casi geográficas de los tratados de morfología. A la Anatomía solo se le
parece en el largo listado de definiciones y las constantes
descripciones de los pensamientos, de las palabras, los recuerdos y sobre
todo de los libros. Seguramente esa referencia al tratado se produce por el enciclopédico interés del autor en transmitir, tan excesivo es a veces que da la impresión de que tiene muchas cosas que decir pero poco que contar. Explora las áreas cerebrales pero no las sitúa y
por la falta de orden nos descoloca pero poco a poco deja de
importarnos mientras nos sumergemos.
Dispara frecuentemente a ráfagas y así no es difícil que dé en el blanco. A menudo parece excesivo, voluntaria e innecesariamente complejo y repetititvo. Podría estar siglos dándole vueltas a lo mismo, sin terminar el libro, que podría ser interminable, pero bello. Lleno de regirados monólogos en los que se insertan frases de otros y para hacerlos parecer conversaciones. Abundan las dobles personalidades, las dobles versiones y significados. En realidad no hay historia y los personajes no tienen personalidad, sólo los identificamos por sus defectos y la mayoría de las veces cuando otros hablan de ellos. La verdad es que están todos enfermos, muertos o casi muertos, en busca de una resurrección imposible o quizás de una redención inexistente.
Habla
del recuerdo y también del olvido que es lo que cura al recuerdo. De
la enfermedad de la vida y de su improbable cura. Pero va creciendo y te va atrapando ese mundo surrealista bien recreado, ese laberinto del recuerdo en el que nada es seguro salvo la inconsistencia de los pensamientos.
Podría insertar decenas de frases interesantes, innumerables subrayados, incluso párrafos de brillantez extrema que por sí solos justifican la obra, pero me voy a abstener de hacerlo porque reproduciría el libro casi entero. Dándole vueltas a todo lo leído os dejo con estos dos pensamientos que me han brotado en el lóbulo temporal del cerebro:
"Lo mejor del olvido es volver a disfrutar como nuevas cosas antiguas que nos gustaron."
"Lo peor de morirse es dejar de aprender sobre lo antiguo y lo nuevo."
Benigno Fontes
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