Esta novela viene precedida de gran fama, probablemente debida a su rigurosidad histórica, sobre ella no puedo opinar porque no domino el tema, pero si puedo comentar las impresiones que me ha causado como lector y, en ese sentido, las alabanzas me han parecido exageradas.
La novela se desarrolla en la España del siglo XI, en la que conviven diversas culturas y religiones, diversos reinos y ambiciones. Así que tenemos tres puntos de vista procedentes de sus protagonistas: judío, musulmán y cristiano.
La verdad es que esperaba más de la narrativa. La novela es excesivamente larga, se va demasiado por las ramas, a veces es repetitiva, con frecuencia abandona el argumento principal para entretenerse en cuestiones que, aunque bien descritas, no aportan gran cosa a la narrativa. Pierde el ritmo, incluso aburre, y si se quiere profundizar en la historia, uno no busca una novela, se lee otra cosa.
A algunos personajes y situaciones les faltan coherencia, algunas de sus reacciones están encajadas a la fuerza por el escritor y eso resta credibilidad a la historia.
Por otra parte, llama la atención lo escasamente prolífico que ha sido un escritor que murió con ochenta años de edad. Como soy muy suspicaz, eso me hace pensar en productos prefabricados, en esbozos biográficos diseñados para gustar y, por supuesto, para vender.
Todo ello contribuye a aumentar un mohín escéptico que ha ido creciendo en mi cara a medida que progresaba la lectura y a concluir que estamos ante un producto industrial, sacado de la chistera de empresarios y publicistas y con escasa calidad literaria. Como producto de entretenimiento, si no tienes nada mejor que hacer, resulta pasable. Como obra imprescindible de la novela histórica les recomiendo que busquen cualquier otra cosa.
Benigno F.
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