Este libro me lo he leído a caballo entre 2018 y 2019. La verdad es que he tardado relativamente poco tiempo porque es de lectura fácil y agradable aunque los temas que trata no son en absoluto superficiales y poco trascendentes.
"Kokoro" es una palabra japonesa que significa "corazón" pero en un sentido mucho más amplio que el del apelativo de la víscera cardíaca por excelencia. Incluye en un único término al corazón, al alma, al espíritu, en resumen, es más un sentimiento que un órgano, incluso un ambiente. Si hemos de buscarle algún paralelismo terminológico sentimental más cercano sería, como señala Fernando Cordobés en el prólogo la "saudade" portuguesa, incluso yo me atrevería a decir la "morriña" gallega. Simplemente la necesidad de explicar el término ya da idea de las sensaciones que se tienen al leer este libro.
Pese al sentimiento que produce la palabra, el libro no es en absoluto sentimental, narra en primera persona y de forma bastante imparcial la relación entre dos personas, en ningún momento se las menciona por su nombre, de hecho la obra carece prácticamente de nombres y cuando se utilizan, el autor deja claro que son supuestos, incluso uno de ellos sólo es una inicial: "K", que me ha hecho recordar a Kafka y sus personajes. Tampoco el ambiente resulta nada kafkiano, en todo caso no nos es familiar dado que se desarrolla en Japón a principios del siglo XX, en una sociedad que se está viendo afectada por un cambio aperturista hacia visiones menos tradicionales y más occidentales de la vida. Ese ambiente impregna claramente la narración e imprime gran sentido a las virtudes y defectos reflejados en ella.
El argumento es muy simple, y su desarrollo también, dividido en tres partes muy diferenciadas: La relación de admiración/sumisión entre el narrador y Sensei; la relación del narrador con su familia; y el relato de Sensei que da explicación a su actitud en la vida. Amistad, honor, fidelidad, amor, avaricia, traición, todo ello está presente pero nunca de la forma vertiginosa y exagerada de la literatura occidental, siempre desde un prisma diferente que nos hacer ver la vida de una forma diferenciada. Simplemente los más altos sentimientos y las más graves bajezas del ser humano que afectan sin orden a la misma persona, impidiendo dividir el mundo en buenos y malos, llenando el mundo de incertidumbreen cuanto a la propia vida.
"No es que no confíe en ti, es que no confío en la humanidad en su conjunto"
Todo ello configura una novela que, sin haberme parecido una obra maestra (hay quien dice que lo es), tiene una solidez, personalidad y estilo notables.
La presentación de la editorial Impedimenta roza la excelencia, el papel es de una calidad magnífica, la letra tiene un tamaño perfecto, incluso los colores de las páginas y el diseño de cubierta y contracubierta son magníficos y (aunque no lo parezca) eso ayuda mucho a que la obra parezca de elevada calidad y se lea todavía con mayor agrado. Yo la he disfrutado mucho y no se me caen prendas en recomendarla.
Benigno F.
"Kokoro" es una palabra japonesa que significa "corazón" pero en un sentido mucho más amplio que el del apelativo de la víscera cardíaca por excelencia. Incluye en un único término al corazón, al alma, al espíritu, en resumen, es más un sentimiento que un órgano, incluso un ambiente. Si hemos de buscarle algún paralelismo terminológico sentimental más cercano sería, como señala Fernando Cordobés en el prólogo la "saudade" portuguesa, incluso yo me atrevería a decir la "morriña" gallega. Simplemente la necesidad de explicar el término ya da idea de las sensaciones que se tienen al leer este libro.
Pese al sentimiento que produce la palabra, el libro no es en absoluto sentimental, narra en primera persona y de forma bastante imparcial la relación entre dos personas, en ningún momento se las menciona por su nombre, de hecho la obra carece prácticamente de nombres y cuando se utilizan, el autor deja claro que son supuestos, incluso uno de ellos sólo es una inicial: "K", que me ha hecho recordar a Kafka y sus personajes. Tampoco el ambiente resulta nada kafkiano, en todo caso no nos es familiar dado que se desarrolla en Japón a principios del siglo XX, en una sociedad que se está viendo afectada por un cambio aperturista hacia visiones menos tradicionales y más occidentales de la vida. Ese ambiente impregna claramente la narración e imprime gran sentido a las virtudes y defectos reflejados en ella.
El argumento es muy simple, y su desarrollo también, dividido en tres partes muy diferenciadas: La relación de admiración/sumisión entre el narrador y Sensei; la relación del narrador con su familia; y el relato de Sensei que da explicación a su actitud en la vida. Amistad, honor, fidelidad, amor, avaricia, traición, todo ello está presente pero nunca de la forma vertiginosa y exagerada de la literatura occidental, siempre desde un prisma diferente que nos hacer ver la vida de una forma diferenciada. Simplemente los más altos sentimientos y las más graves bajezas del ser humano que afectan sin orden a la misma persona, impidiendo dividir el mundo en buenos y malos, llenando el mundo de incertidumbreen cuanto a la propia vida.
"No es que no confíe en ti, es que no confío en la humanidad en su conjunto"
Todo ello configura una novela que, sin haberme parecido una obra maestra (hay quien dice que lo es), tiene una solidez, personalidad y estilo notables.
La presentación de la editorial Impedimenta roza la excelencia, el papel es de una calidad magnífica, la letra tiene un tamaño perfecto, incluso los colores de las páginas y el diseño de cubierta y contracubierta son magníficos y (aunque no lo parezca) eso ayuda mucho a que la obra parezca de elevada calidad y se lea todavía con mayor agrado. Yo la he disfrutado mucho y no se me caen prendas en recomendarla.
Benigno F.
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