Está claro que yo esperaba otra cosa de este libro. Por eso mismo me permití comprarlo para regalo. Quizás por una extraña premonición no escribí dedicatoria, ni lo entregué a la persona indicada. Probablemente por eso lo he leído antes de regalarlo.
Un sonoro bostezo es lo que he emitido frecuentemente mientras lo leía y una carga me he quitado al finalizarlo. Porque lo he acabado sencillamente por amor propio, porque me mosqueaba no haber acertado. Y ya he decidido sustituirlo por otro. Otro mucho menos pesado.
Yo esperaba una especie de Robertson Davies por la fama del autor, por los comentarios. Pero ha resultado una absoluta decepción. Yo creo que es porque me aburre la gente de alcurnia y se aburren ellos sin fin igual que me ha aburrido esta novela. Vengo del arroyo, del fango, de losas asomando entre establos, de casa derruida con gato muerto bajo la cama esperando a su ama. En definitiva, de un mundo de lo menos adecuado para este libro. Muy buenas palabras, escritura perfectamente medida, pero un tedio desmesurado.
Y es que hay que ser muy bueno para no contar nada y que resulte extraordinario. Y el autor, lo siento por sus partidarios, fracasa empleando seiscientas páginas (tres libros) en no contar nada, en situarnos, en demostrar las personalidades de los actuantes, en volver una y otra vez sobre los mismos, en un sentido monocorde, muy bien escrito pero solemnemente soporífero.
Lo más molesto de todo es lo frecuentemente que pierde el hilo. El narrador parece un anciano más que un joven. Se va por las ramas y luego vuelve al tronco principal de lo narrado, pero esas ramificaciones son tan poco interesantes que al poco hasta el mismo parece estar bostezando. Me he aburrido tanto que casi no me atrevo a criticarlo.
El último libro atractivo en sí ya por su título ("El mundo de la aceptación") es el único que ha conseguido despertarme un poco de mi letargo. Aunque lo narrado es como un chocolate espeso, de buen sabor pero difícil de digerir, con unas pocas cucharadas te das por satisfecho
Si te sobra el tiempo y te apetece saborear mucho rato una palabra, una frase o un párrafo, esta novela puede ser adecuada. Yo no lo vuelvo a intentar aunque lo diga el altísimo recientemente resucitado.
Benigno F.
Un sonoro bostezo es lo que he emitido frecuentemente mientras lo leía y una carga me he quitado al finalizarlo. Porque lo he acabado sencillamente por amor propio, porque me mosqueaba no haber acertado. Y ya he decidido sustituirlo por otro. Otro mucho menos pesado.
Yo esperaba una especie de Robertson Davies por la fama del autor, por los comentarios. Pero ha resultado una absoluta decepción. Yo creo que es porque me aburre la gente de alcurnia y se aburren ellos sin fin igual que me ha aburrido esta novela. Vengo del arroyo, del fango, de losas asomando entre establos, de casa derruida con gato muerto bajo la cama esperando a su ama. En definitiva, de un mundo de lo menos adecuado para este libro. Muy buenas palabras, escritura perfectamente medida, pero un tedio desmesurado.
Y es que hay que ser muy bueno para no contar nada y que resulte extraordinario. Y el autor, lo siento por sus partidarios, fracasa empleando seiscientas páginas (tres libros) en no contar nada, en situarnos, en demostrar las personalidades de los actuantes, en volver una y otra vez sobre los mismos, en un sentido monocorde, muy bien escrito pero solemnemente soporífero.
Lo más molesto de todo es lo frecuentemente que pierde el hilo. El narrador parece un anciano más que un joven. Se va por las ramas y luego vuelve al tronco principal de lo narrado, pero esas ramificaciones son tan poco interesantes que al poco hasta el mismo parece estar bostezando. Me he aburrido tanto que casi no me atrevo a criticarlo.
El último libro atractivo en sí ya por su título ("El mundo de la aceptación") es el único que ha conseguido despertarme un poco de mi letargo. Aunque lo narrado es como un chocolate espeso, de buen sabor pero difícil de digerir, con unas pocas cucharadas te das por satisfecho
Si te sobra el tiempo y te apetece saborear mucho rato una palabra, una frase o un párrafo, esta novela puede ser adecuada. Yo no lo vuelvo a intentar aunque lo diga el altísimo recientemente resucitado.
Benigno F.
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