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La rueda del tiempo - Robert Jordan

 

Uno se lo lee todo, a veces de forma obsesiva, solo por acabarlo, solo por poder opinar (o criticar) con algo de conocimiento. Así que me he leido completa esta saga. Catorce libros nada menos. Me ha llevado seis meses (seis), así que esto tengo que reseñarlo.

Todo empezó de la forma más tonta. Uno se pone enfermo y para entretenerse ve una serie. Se entretiene, pero no comprende como algo tan burdo puede tener la fama de estas novelas, que se mantuvo durante todos los años en los que el autor se dedicó a escribirlas. Piensa que es la fiebre, así que cuando se recupera se pone a leer la primera para comparar.

Fueron tantos años los dedicados a la obra, que no le dio tiempo a acabarla y las últimas novelas las escribió Brad Sanderson. No tiene importancia, porque uno presume (creo estar seguro) que una obra tan vasta fue abordada por un buen número de escritores/guionistas/publicitarios, una clara labor empresarial cuyo único fin es el económico. Porque esa es la impresión que he tenido a medida que avanzaba la obra, que está llena de irregularidades, que parece escrita a cuatro/ocho/dieciséis manos. 

Empieza muy bien, lo reconozco. Nada que ver con la serie (no la vean, preferible leer las novelas, los guionistas la han destrozado). Sigue con numerosos altibajos, mejora en las últimas obras y acaba de aquella manera. No se nota la falta de Robert Jordan, pero eso es normal porque diría que actuaba más como director de tesis de numerosos becarios (entre ellos Sanderson), como guionista y supervisor general más que como escritor.

Mención aparte merece la traducción de la obra: una birria ¿No encontraron los traductores ningún sinónimo de “empero”? ¿Había que repetirlo miles de veces? (Por poner un ejemplo).

Destacables son: la innecesaria y constante descripción de vestidos, paisajes, edificios; las  numerosas contradicciones de los comportamientos de algunos personajes; la repetición cotinua de detalles característicos (para que no nos olvidemos de que Nynaeve se estira constantemente de la coleta, por ejemplo), a veces parece como si no hubieran borrado algunas de las notas de trabajo, el abuso en introducir miles de personajes que solo sirven para desorientarte (desesperante el número de Aes Sedai que aparecen y desaparecen). En definitiva, a la obra le sobran más de la mitad de las páginas y personajes, puedes leer en diagonal gran parte de los capítulos y centrarte sólo en los detalles principales de la acción y no te pierdes nada. Les hubiera llegado con tres o cuatro libros en lugar de catorce.

En definitiva: literariamente, floja; como entretenimiento, efectiva; como obsesión, peligrosa. Ya no hace falta que vea ninguna de las siguientes temporadas de la serie. No se la den a los menores de edad, puede ser adictiva y como todas las adicciones tiene numerosos efectos colaterales e indeseables y ocasiona tolerancia (necesitas cada vez una dosis más fuerte).

Benigno Fontes.


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